"Asegúrate de que dejas el paracaídas"
Quedan ya pocas horas para el despegue de nuestra nave espacial. Mis seis compañeros y yo estamos haciendo los últimos preparativos antes de ir a dormir. El día comienza mañana muy temprano y las actividades se suceden a un ritmo preciso y rápido, de manera que todo ha de estar listo. A la mente me vienen todos los conocimientos y hábitos que he adquirido en los últimos años de preparación. Todo ha de salir bien, y para eso la mente repasa, una y otra vez, como en una película, lo que va a suceder una vez despegue la nave. Preparamos dos bolsas: una para el aterrizaje y otra para que se la lleven a Houston. ¿Podremos dormir? Espero que sí, ruego que sí. No me gustaría empezar el vuelo después de una noche en vela.Mañana nos vestiremos con el traje y nos encaminaremos a la nave. No se me tienen que olvidar los relojes ni mi libro de notas (únicas cosas personales que puedo llevar). El resto es fácil. Nos lo dan todo hecho, desde ponernos el traje a atarnos los cinturones. Sin embargo, habrá un momento en el que todos se marcharán, y es entonces cuando empieza la película: en caso de este o el otro fallo habremos de hacer esto o aquello. En caso de emergencia, las instrucciones que debemos de ejecutar rápidamente serán éstas o las otras, y me veo ejecutándolas acordándome de dónde he fallado alguna vez durante la preparación. Asegúrate de que el cinturón no se quede enganchado al casco, de que tiras con fuerza para abrir la botella de oxígeno; que no se te olvide desenganchar el tubo de refrigeración ni el de oxígeno; asegúrate de que dejas el paracaídas, si la emergencia es antes del lanzamiento; de que te lo llevas, si estamos volando y de que no te quedas enganchado al cable de comunicaciones.
Tratas de no pensar en nada más: alguien se está ocupando de tu familia, no tienes que resolver ningún asunto, pase lo que pase estarán en buenas manos; tus invitados han recibido las invitaciones, la gente lo pasará bien en la fiesta... y la película vuelve.
Me veo ejecutando las operaciones primeras del vuelo, las que todo el mundo teme por ser muy importantes y haberse de realizar en el momento de mayor desorientación. Según se apaguen los motores, desengancharse de todos los tubos, cables y cinturones y flotar hacia ese determinado armarito (sí, ése es, seguro) donde está la cámara de vídeo que tengo que utilizar para filmar el tanque exterior y así ayudar en el desarrollo de los futuros tanques. Steve hará fotos con teleobjetivo por el mismo motivo.
Repaso mentalmente cómo ha de usarse la cámara: desencajar el dispositivo antivibraciones, ajustar el ocular, poner enfoque manual y enfocar continuamente (enfocar, no te olvides de enfocar). Nunca me veo ayudando a Steve: no sólo tengo absoluta confianza en que hará todo bien, sino que no me veo capaz, en esas circunstancias y por lo que me cuentan, de hacer más de lo que hemos practicado; luego ya veremos qué pasa en realidad.
En el siguiente plano, me veo flotando hacia la parte de abajo, donde estarán John, Steve y Chiaki ya sacando bolsas para guardar todos los trajes y donde habrá posiblemente un buen lío de cinturones, cables y tubos flotando por toda la nave. Acuérdate de que sólo tienes 20 minutos, no te quedes abajo más tiempo, porque hay cosas que hacer arriba luego.
Si conseguimos pasar esas primeras horas y hacer todo bien, y nadie siente mareos y tiene que dejar de trabajar, todo el resto será menos difícil. Por cierto, en caso de mareo tengo que tener a mano las bolsas, espero saber encontrarlas... ¡Ah, sí, ya las veo, estarán en tal sitio...!
Y la película comienza desde el principio otra vez, cada vez es más nítida.
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