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Izquierda Unida reflexiona

Resultó lastimosa la explicación dada por Julio Anguita al fracaso de su formación en las elecciones vascas. Según él, fue la compleja racionalidad de su mensaje lo que impidió que éste llegara al electorado, en tiempos de aguda confrontación entre nacionalistas y "españolistas". Y no se ruborizó al explicarnos que lo suyo era una síntesis entre ambas posturas, algo así como el derecho a la autodeterminación, en el marco del federalismo, pero sin llegar al independentismo. Toda una finta hegeliana, penosamente tardía y más cercana que otra cosa a la empanada mental. Pero esto no es nuevo. Hace tiempo que el líder del PCE confunde la entelequia con la utopía y los entes de razón con la racionalidad. Ahora ya parece decidido a emprender el vuelo de la paloma kantiana, en cuanto compruebe que no hay aire, para llegar más alto, mucho más alto. Y sin red. Lo más piadoso que se le puede aplicar es la máxima machadiana: "En mi soledad / he visto cosas muy claras, / que no son verdad". Claro que no se trata de un asunto personal, sino que toda una organización política, si bien cada día más debilitada, se mete con él por esos andurriales que no llevan a ninguna parte. Bueno, sí, a restar un poco más las posibilidades de unirse a todas las fuerzas progresistas, contra una derecha rampante y campante, nacionalista o bajo cualquier otro disfraz. Desgraciadamente, no parece que esto, al líder y a sus fieles, les importe mucho. Es más, ensayaron en Andalucía una fórmula delirante de gobierno desde el Parlamento, buscando la colaboración del PP, que a punto estuvo de otorgarle una nueva mayoría absoluta al PSOE, su verdadera bestia negra. Ahora les han vapuleado en Euskadi. Menos mal que, al menos en Andalucía, parece que se han puesto a pensar. También el señor Anguita ha dejado de hacer aspavientos desde ésa su cátedra ambulante y un poco patética. No les vendría mal mirar a los demás partidos. Algunos han puesto a sus rostros más carismáticos en alguna fundación. Ellos, en cambio, son los mismos de siempre, dicen las mismas cosas y van por ahí provocando escisiones, como la del PDNI. Ni a propósito se le puede hacer perder más energías a la izquierda. Ejemplos: cuando todas las fuerzas de progreso se unen en Andalucía contra la reforma fiscal del Gobierno, ellos no. Cuando PSOE y PA estudian recurrir los presupuestos del Estado para 1999, ellos estudian recurrir los de la Comunidad Autónoma. Cuando todos, incluidos sindicatos, les señalan como los verdaderos responsables de la desunión de los progresistas, ellos señalan a todos los demás. Pero quizás no todo esté perdido. En estos días meditan. IU-Andalucía ha aplazado su valoración, sine die, sobre el fracaso en Euskadi. Hay que respetar su silencio. Ojalá sea fructífero. Ojalá no quieran perder la que puede ser su última oportunidad: las próximas municipales. Para reconstruir, junto a todos, el nuevo y difícil discurso de la izquierda, la izquierda global, precisamente desde Andalucía, donde tanta gente suya, honesta y capaz, se está dejando el pellejo en el día a día de la gestión. Aunque sólo fuera por ellos, deberían pensárselo. Pero no demasiado, no sea que cuando quieran sumar con alguien, ya no tengan con qué.

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