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Tribuna:
Tribuna
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Pacifistas

Félix de Azúa

Cuando el magistrado de la Audiencia confirmó la competencia española para perseguir los crímenes de Pinochet sonó en la sala un rotundo: "¡Justicia!". Durante los días anteriores, tanto las víctimas de Pinochet como los demócratas del mundo entero exigían "justicia". En el lado opuesto, los fascistas (chilenos, británicos, españoles) hablaban de "paz". Siempre que aparecían los fascistas hablaban de "salvar la paz social en Chile", ni una sola vez les escuché utilizar la palabra "justicia", siempre la palabra "paz". Por el lado demócrata, en cambio, siempre la palabra "justicia" y nunca la palabra "paz". Eso me llevó a pensar que durante la campaña vasca todos los partidos vascos sin excepción hablaron de la "paz", pero absolutamente ninguno utilizó jamás, que yo recuerde, la palabra "justicia", como si esa palabra pudiera tener consecuencias nefastas en Euskadi. Tanto los nacionalistas, incluidos los totalitarios, como sus oponentes decían defender la "paz" y llegaban a usar una extraña forma gramatical: "Necesitamos paz" (sin el artículo "la", como quien dice "necesitamos lluvia"), es decir, queremos que la paz nos caiga del cielo. Pero nadie dijo, que yo sepa, en ningún momento: "Necesitamos justicia", expresión que, en efecto, no precisa de artículo.De tan radical selección de términos cabe deducir el convencimiento generalizado de que no puede haber justicia en el País Vasco y que la palabra "justicia" es allí políticamente incorrecta. De manera que todos los políticos y muchos ciudadanos se resignan a que por lo menos haya paz. Sin embargo, una paz impuesta a expensas de la justicia, como en Chile, es la paz de los cementerios y sólo dura unos años. Luego vuelve a oírse: "¡Justicia!".

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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