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La última apuesta

Slobodan Milosevic ha vuelto a vencer, pero esto no significa que Kosovo permanezca bajo la jurisdicción de Yugoslavia. Es más, la autonomía que Belgrado debe conceder a los albaneses de la región suroriental lleva en sí misma las premisas de esa independencia que los kosovares, ahora unánimes, consideran imprescindible e inevitable. La victoria de Milosevic es, por tanto, el preludio de una derrota. Pero en este momento, el líder serbio se muestra ante su opinión pública como el salvador de la patria, como el hombre que ha logrado evitar "la agresión de las fuerzas de la OTAN, preservando la independencia del país". En pocas palabras, Milosevic ha logrado reforzar su poder. En este sentido, y sólo en este sentido, ha vencido en el durísimo y agotador partido que ha librado con el mediador estadounidense, Richard Holbrooke. (...) En menos de diez años, Slobodan Milosevic ha llevado a cabo tantas actuaciones negativas que cualquier otro jefe de Estado ya habría sido eliminado. Ha perdido tres guerras: en Eslovenia, en Croacia y en Bosnia. Guerras que han provocado una inflación que en enero de 1994 alcanzó cotas estelares y ha hecho que el nivel de vida de lo que queda de la antigua Yugoslavia retroceda en treinta años. Según el economista de la Universidad de Belgrado Mladjan Dinkic, "si todo sale bien, requeriremos al menos otros treinta años para volver al nivel del que disfrutábamos a principios de los años ochenta". La aventura nacionalista de Milosevic le va a costar a la actual Yugoslavia, por lo menos, medio siglo de parálisis económica. (...)

1 de noviembre

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