Benissa frena la construcción en su término y declara rústicas zonas que eran edificables
En una medida sin precedentes en el litoral valenciano, el Ayuntamiento de Benissa (La Marina Alta) ha decidido dar un vuelco al urbanismo depredador propio de las zonas turísticas y revisar, a la baja, su planeamiento urbano. A falta de los últimos trámites burocráticos, y pese a la oposición de propietarios y constructores, que han presentado cientos de alegaciones, el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) del muncipio de Benissa elimina de un plumazo cerca de un millón de metros cuadrados sobre los que se podía construir con la normativa anterior, que data de 1982. El 83% del término municipal ha sido declarado ahora no urbanizable.
La mitad de esa extensión, además, está sujeta a especial protección por su riqueza medioambiental. En Benissa se apuesta por la calidad frente a la cantidad, y eso implica una reducción en las alturas de futuros edificios. El alcalde, el independiente Isidor Mollá, ha diseñado una ciudad-jardín y se ha lanzado a comprar todo el terreno libre de la primera línea de costa para evitar que se edifique. El PGOU de 1982 era muy diferente al que se aprobará definitivamente antes de fin de año. En Benissa ya no se levantarán más edificios en primera línea de mar. Las parcelas que quedaban vírgenes las ha comprado el Ayuntamiento para dotación pública, destinando 100 millones de pesetas anuales. Las restricciones afectan a todo el término. De sus 70 kilómetros cuadrados, el 83,37% se declara como suelo no urbanizable. El urbanizable se limita al 7,10%, y el urbano se mantiene en 6,39 puntos del total. Las 181 hectáreas restantes se destinan a dotaciones públicas. Además, la nueva normativa urbanística amplía la parcela mínima exigible para construir, y sólo en la parte alta del pueblo se permiten bloques con un máximo de tres alturas. El resto sólo podrá acoger viviendas unifamiliares. Del planeamiento, ahora en exposición pública, destaca el Plan Especial del Litoral. Distante nueve kilómetros del núcleo urbano, la costa de Benissa se extiende a lo largo de 4.000 metros lineales, y las urbanizaciones acogen importantes colonias de extranjeros con un nivel adquisitivo medio-alto. El censo oficial apenas alcanza los 10.000 habitantes, pero en realidad son 30.000, una tercera parte de ellos de nacionalidades diferentes a la española. Las restricciones urbanísticas impuestas en la costa son significativas. Así, frente a los 800 metros cuadrados que se exigían antes para construir un chalé, se ha pasado a los 1.000 en segunda línea, y la parcela mínima crece conforme se adentran las construcciones hacia el interior. Paralelamente, el Consistorio ha comenzado las negociaciones con los propietarios para adquirir las parcelas de la fachada litoral, y ha puesto en marcha un proyecto para recuperar la zona, que incluye la construcción de un parque justo en la zona con las mejores vistas del Penyal d"Ifac. Hormigón Desde el Club Náutico hasta la playa de La Fustera discurrirá un paseo natural ("nada de hormigón y mármol", apunta el alcalde), y a éste le seguirá un jardín ecomarino en la zona conocida como mar morta por la tranquilidad de las aguas. En La Llobella, un anfiteatro y otras dotaciones públicas transformarán el territorio costero. Las edificiaciones que se autoricen en la costa serán necesariamente horizontales. Nada de torres de apartamentos ni hoteles grandes. "Queremos una arquitectura integrada en el paisaje, y para eso era necesario que el terreno urbano que quedaba pasara a manos públicas, así como todas las franjas del territorio que acogen masa boscosa, en las que está prohibido construir aunque el propietario disponga de los 10.000 metros cuadrados de terreno que se exigían antes para levantar un chalé", dice el alcalde. Mollá, elegido por el partido Independents (siete concejales frente a cuatro del PP y tres del PSPV), asegura que la decisión es "una apuesta por la calidad, y eso significa cambiar la tipología de la ciudad". Por eso, el nuevo PGOU elimina suelo urbanizable y reduce el número de planes urbanísticos existentes hasta la fecha. Los de Bombín, La Fama y L"Oltá se han reconvertido ahora en suelo agrícola. La Solana y Bernia quedan como territorio especialmente protegido por su riqueza forestal. Allí, "ni un ladrillo", señala Mollá.
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