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Reportaje:

160 mujeres para un complejo vacío

Manuel Palomo Piqueras fue uno de los últimos en abandonar Carabanchel, donde ha gastado buena parte de su vida. Por sus ojos han pasado miles de imágenes de motines, miles de rostros que han desfilado por las galerías ahora vacías. No quería que el recuerdo quedara sólo en su retina. Así que el martes pasado agarró una cámara de vídeo de Canal Límite, la televisión interna de la cárcel, y rodó lo que le pilló al paso.A la mayoría de los que ayer dejaban la vieja cárcel les daba igual estar aquí o en otro sitio. Ni fu ni fa. "Lo único bueno es que Carabanchel me venía bien porque mi gente podía venir a visitarme en metro", decía uno.

La rotonda, emblema del complejo penitenciario, es ahora casi fantasmagórica. Conforme se han ido cerrando galerías, los funcionarios han ido recogiendo objetos y bártulos que los presos dejaron olvidados. ¡Tanta era su prisa por salir de allí! Fotos de mujeres procaces y exuberantes sonríen a nadie desde las paredes o las puertas de algún chabolo, abandonadas por quien más de una noche soñó con ellas.

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La última comida en el penal

Desde anoche, sólo 160 presas pernoctan en lo que en 1953 se inauguró como reformatorio de jóvenes -el Refor- una parte del descomunal complejo penitenciario ahora vacío. Las mujeres serán repartidas dentro de dos semanas entre Alcalá de Henares y Aranjuez.

Desalojada la cárcel, comenzará otra batalla sobre su futuro uso. El Ayuntamiento proyecta construir allí 1.300 viviendas de renta libre, mientras Marcelino Camacho, antiguo inquilino del penal, pide que no sea demolido y que se construya un hospital, como quieren los vecinos.

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