En el aeropuerto
Quisiera hacer una ampliación a la carta de don Fernando Martínez Laínez, publicada por EL PAÍS el día 15 de octubre último, referida a las peripecias sufridas por él y su pasaporte cerca de los agentes del Servicio de Inmigración de Filadelfia (EEUU). Mi caso no guarda relación, pero sí tiene algo de común en su base. Fue como sigue.Este verano acompañé hasta el aeropuerto de Madrid-Barajas
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a mi nuera y a mis dos nietas que, terminadas las vacaciones, volvían a México con vuelo de la compañía Delta Airlines (EEUU), vía Atlanta.
Antes de llegar al oportuno mostrador para la entrega de billetes y pesaje de equipaje, nos vimos interceptados por una policía de inmigración que, afortunadamente, hablaba en castellano. Dicha policía empezó a poner duras trabas al embarque de mi nuera y mi nieta adoptiva debido a su pasaporte de Costa de Marfil (mi nieta biológica no presentó problemas dado que portaba pasaporte español).
A las súbditas marfileñas se les pedía visado de tránsito y alguna pequeña zarandaja más. Se advirtió que no se quedaban en EEUU, que continuaban viaje a México, de donde habían llegado a España en viaje inverso, según se atestiguaba con los correspondientes billetes de venida. Después de demoras y consultas telefónicas se resolvió por la policía de Delta Airlines que había que pagar 25 dólares a los efectos de sufragar los gastos de permanencia de las súbditas marfileñas en el aeropuerto de Atlanta, donde, por lo que se ve, no hay zona internacional como en cualquier aeropuerto con dicho tráfico. Se pagaron los 25 dólares y finalmente pudieron embarcar.
Y digo yo:
1.Delta Airlines, vendedora de los billetes, ¿no podría haber puesto en antecedente a los usuarios de sus servicios de los inconvenientes que les acarrearía la escala técnica en Atlanta?
2.¿No es vergonzoso que Atlanta, sede que fue de los Juegos Olímpicos, no tenga su aeropuerto zona internacional?
3.Y, por otra parte, ¿qué pinta en el aeropuerto de Madrid-Barajas un control policial de una compañía aérea extranjera?-
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