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La represión y las purgas acentúan el cariz dictatorial del régimen serbio

Las últimas leyes y medidas represivas contra la prensa de oposición y la purga en la dirección de los servicios secretos, con un presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic que mueve los hilos entre bastidores, encaminan cada vez más al régimen serbio hacia una dictadura abierta. Los comunistas de la esposa de Milosevic, Mirjana Markovic, presidenta del partido Izquierda Unida Yugoslava (JUL), y los ultranacionalistas del vicepresidente del Gobierno de Serbia, Vojislav Seselj, presidente del Partido Radical Serbio (PRS), se convierten en soporte ideológico del rumbo represivo marcado por Milosevic.El periodista Aleksandar Tijanic, exministro de Información de Yugoslavia, resume así la situación: "Todos estos acontecimientos nos llevan hacia una dictadura de estilo latinoamericano, en una combinación de pobreza con dictadura policial y militar".

Los medios de comunicación parecen patrimonio de los ultranacionalistas de Seselj en la nueva división del trabajo dentro del régimen. El decreto contra la prensa, que entró en vigor con urgencia ante la amenaza de intervención de la OTAN, el pasado 10 de octubre, degeneró en una nueva ley de información pública de Serbia, aprobada por el Parlamento el pasado día 20. En 76 artículos, la ley crea los instrumentos para liquidar la libertad de prensa, aunque su artículo 1º establezca que "la libertad de información pública es sacrosanta".

Los efectos de la nueva ley no tardaron en sentirse. El balance de la primera semana es la desaparición casi por completo de la prensa de oposición al régimen de Milosevic. Los periódicos Dnevni Telegraf, Danas, Nasa Borba y NT Plus, y la revista quincenal Evropljanin ya no salen. La revista no pudo hacer frente a las cuatro multas de 2,4 millones de dinares (34 millones de pesetas), una suma terrorífica para Yugoslavia, impuestas por un procedimiento de urgencia, seguido del embargo total de bienes.

La destitución, que no dimisión, al frente del Departamento de Seguridad Nacional de Serbia (servicios secretos), de Jovica Stanisic, parece liquidar a favor de los duros en torno a Mirjana Markovic, una pugna latente desde hace algo más de dos años en este sector decisivo en todo régimen autoritario. Stanisic, leal a Milosevic y su hombre de confianza para misiones delicadas, vivía sometido al acoso e intento de derribo de Mirjana y sus fieles seguidores.

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