Rebelión
Algunos aspectos secundarios de las elecciones vascas creo que no están desprovistos de interés. Así, por ejemplo, el programa que ejecutó TVE. Yo me había reunido con unos amigos para zapear como locos de Tele 5 a la de Pujol, y de allí a la de Aznar. Pues bien, cada vez que aparecía el escenario de TVE, algún invitado o invitada (hay que auxiliar a Izquierda Unida) se caía al suelo y había que remontarlo con sales o incluso con respiración boca a boca, lo que daba mucha risa. Para quienes no lo vieron, el estudio de TVE consistía en un conjunto de tornillos retorcidos, o bien gusanos oxidados, o quizá vísceras sanguinolentas, o tuberías de desagüe en un edificio de protección oficial. Al cabo de muchos whiskys, alguien se percató de que era una cruel caricatura de las formas escultóricas de Chillida, una burla, un escarnio, una befa y una mofa del arte étnico vascongado de primera calidad identitaria. ¡Qué sofoco! ¿Y la moqueta azul del suelo, como de ambulatorio? Sobre el cual habían crecido dos setas con sendos funcionarios, una con barba y otro con melena, o al revés, cuyos comentarios consonaban con los hierros y las vísceras. Propongo una rebelión fiscal generalizada según dos fórmulas, una moderada y otra no. La moderada es que en la próxima declaración de renta se nos permita elegir entre pagar un López-Amor o 40 catedráticos de griego, del mismo modo que podemos elegir entre pagar la radio de los obispos o las llamadas "obras sociales". La propuesta inmoderada es que depositemos la parte alícuota en un notario hasta que algún partido se decida de una vez a dinamitar a ese digno heredero del Valle de los Caídos y las decapitaciones de cabra. Por lo visto es más fácil conseguir un acuerdo con ETA que acabar con TVE. ¡Vaya talento, queridos!
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