Las aulas lucen sotana
El arzobispado de Madrid emprende una campaña para captar devociones en los campus
La Iglesia madrileña no tiene que cubrir largas distancias para sus "misiones extraordinarias". En los campus universitarios de la región hay tarea en abundancia. El cardenal arzobispo, Antonio María Rouco Varela, entiende que las facultades son territorios sin evangelizar y se ha propuesto prender la llama de la fe entre la clase estudiantil. Los esfuerzos por mover conciencias y devociones entre los universitarios comenzó ayer con un multitudinario encuentro en la Facultad de Medicina de la Complutense y se prolongará, durante los dos próximos meses, con una eucaristía presidida por Rouco (mañana), exposiciones sobre la historia del cristianismo, un congreso para "profesores e intelectuales" sobre la racionalidad de la fe, sesiones de catequesis y, como colofón, una acción de gracias, nuevamente presidida por el obispo, en la Facultad de Derecho.Las nuevas generaciones del catolicismo universitario abarrotaron ayer el aula Ramón y Cajal de Medicina, con capacidad para más de medio millar de almas. El arzobispado les había preparado un acto de música, lectura, luces de colores y muchos testimonios en directo sobre la solidaridad. Un término, explicó el presentador, con el que los políticos acostumbran a llenarse la boca en vano. "Tanto énfasis le quieren dar que acaban poniendo el acento en la o", proclamó, entre las risitas cómplices del auditorio. Rouco no pudo asistir -estaba en Roma, ocupado en sus labores de asesoría al Santo Padre-, pero su obispo auxiliar, César Franco, asentía, complacido, desde las primeras filas.
Un selecto grupo de universitarios se encargó de que la organización del evento resultara exitosa. Una de ellas, Patricia Dávila, explicaba: "Acabo de terminar Empresariales, todavía no he encontrado trabajo y me encanta dedicar mi tiempo a la solidaridad". Dávila insistió en que en la sala había "católicos, ateos y de todo", pero en algunos momentos no lo pareció. Los aplausos más atronadores se los llevó el líder de Jóvenes Pro Vida, Jesús Poveda, que arrancó alguna lagrimilla cuando confesó: "El otro día imaginé cómo sería mi funeral, y vi a mis amigos y a un montón de niños a los que he ayudado a que estén vivos".
Nada quedó al arbitrio de la improvisación. Ni siquiera la música de ambiente con la que se amenizó la espera, a cargo del grupo belga Vaya con Dios. De las lecturas se encargaban una pareja de hermanos gemelos que dijeron llamarse Adán y Eva, y de la música en directo, un cantautor de nombre Luis Guitarra. Al final, una periodista subió al escenario para revelar que había entrevistado a "un importante dirigente del PCE, un hombre mayor, ateo, que estuvo muchos años en el exilio", y que le había confesado su desazón por no creer en Dios y llegar al final de su vida "con las manos vacías". La parroquia, embelesada, prorrumpió en aplausos.
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