El grupo mixto
Las aspirantes a Miss Sevilla visitaron a Soledad Becerril, que en junio se presenta al concurso de las municipales
La agenda de la alcaldesa de Sevilla, Soledad Becerril, estaba ayer, como todos los lunes, muy cargada. Hizo una revisión protocolaria, una inspección cuasi marcial en plan Madame de Pompadour y la pregunta de rigor: "Además de ser misses, ¿qué hacéis? ¿Estudiáis o trabajáis?". Cuando Raquel Revuelta ganó el concurso de Miss Sevilla, el alcalde de Sevilla era Manuel del Valle. Becerril nunca se presentó, eso dijo, a ningún concurso de belleza. Ganó un concurso de elecciones municipales y quiere repetir en junio del 99. Ayer pasó la página y se congratuló de los resultados de su partido en los comicios vascos. "El alma también compite", dice Raquel Revuelta, que fue cocinera antes que abadesa. Ahora dirige la agencia que organiza el concurso que el próximo 31 de octubre, en el hotel Alcora -nombre de mujer- designará a Miss Sevilla, la joven que defenderá el cetro provincial y pugnará por el nacional. "No me gustaría ser alcaldesa", dice Encarna Escaño, 16 años, nacida en Coria del Río, patria de María José Suárez, la última andaluza que obtuvo el máximo galardón nacional de la belleza. Escaño ganó un concurso comarcal en una discoteca de San José de la Rinconada. No hay concursos de belleza interior, pero Raquel Revuelta asegura que estos certámenes alcanzan también a ese rango del espíritu. "Los miembros del jurado hablan por separado durante cinco minutos con cada una de las candidatas para elegir a la más completa por dentro y por fuera". Si uno se guía de sus apetencias, una de las más completas es Blanca Berdejo. Sevillana de 17 años, estudia COU, quiere hacer Magisterio y Educación Física y no oculta uno de sus anhelos: ser la primera mujer que entrena a la selección española de fútbol. Es socia del Betis y llegó a jugar en el Gines, equipo de fútbol femenino. "Lo dejé porque las piernas se me estaban poniendo muy fuertes y corría el riesgo de lastimarme". También le atrae la psicología. "Me gusta mucho comprender a la gente, hablar con la gente. Soy muy sociable. Pero si no soy seleccionadora ni psicóloga ni modelo, me gustaría dedicarme a las relaciones públicas". Completa sí que es. Su padre tiene una agencia inmobiliaria y su madre otra, pero ella vive con su abuela Natividad, a la que lleva, "mírala, qué guapa era de joven", en una foto en su cartera. Hay misses muy familiarizadas con el decorado municipal. María José Guerrero, 23 años, estudió Económicas y trabaja en el Ayuntamiento de Estepa, donde repasa los proyectos de inversión que envían empresas solicitantes de subvenciones municipales. En las antípodas del cliché de Naomí Campbell o Claudia Schiffer. Conoce a su paisano Rafael Escuredo. "Su hija es más o menos de mi edad". Juana María Gil, 20 años, es hija de un policía municipal adscrito a los servicios del Ayuntamiento de Sevilla. Ya sabe lo que es ganar en este velódromo de la belleza: ha sido primera dama, Miss Fotogenia, Miss Elegancia en plazas como Estepa o El Viso del Alcor. Después de la visita municipal, fueron por la calle Tetuán a las oficinas de Raquel Revuelta y después estuvieron en Radio Sevilla, donde debieron toparse con Kiko Veneno, a quien esperaban en al cabina de los 40 Principales. Vivían el comienzo de un sueño. María Castro podrá repetir. Cordobesa de cuna, 15 años, es la benjamina. Estudia cuarto de ESO. Le gustaría dedicarse a la psicología. "Es que la carrera de miss es muy corta", dice Blanca Berdejo, otoñal hoja caída del Gines.
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