Profunda y superficial
Tradicionalmente, cuando se producen crímenes en las zonas rurales de nuestra tierra andaluza, son muchos los comentaristas que se aprestan a definirlos como consecuencia de esa "España profunda" a la que gratuitamente se le presume una ausencia de desarrollo social. No obstante, en las últimas fechas, si alguien ha contribuido a asociar esa concepción de "España profunda" a nuestra tierra no son precisamente las zonas rurales sino las capitalinas, con su presteza para engrandecer acontecimientos intrascendentes y para poner al servicio de personajes populares, en el mejor de los casos, o "populacheros" en el peor de ellos, decorados pulidos por la historia y millares de extras gratuitos que vociferan al son que marca la prensa del corazón. Curiosamente, no es el pueblo de Lepe, vilipendiado por todo chistoso que se preste, o el de Lucena, o el de Valverde del Camino, o el de Macael, o el de Sanlúcar de Barrameda, o el de Linares, o el de Dalías, sino que son nuestras capitales las que están dando la imagen equivocada de nuestra tierra. Las que en lugar de premiar la dedicación, el esfuerzo y el trabajo y la capacidad de darlo, abruman en baños de multitudes a quien tan sólo tiene el mérito de su fama, no sabemos por qué conjura insospechada o sospechosa. Y es más, son algunas de nuestras autoridades las que contribuyen con decisión a la grandeza de los eventos intrascendentes. Cortes de calles al tráfico, instalación de vallas, dotaciones de policía municipal, autorizaciones para la ocupación de vía pública de centros de información y retransmisión. Despliegues éstos que no se producen en los movimientos de masas más comunes, como los que se dan todos los fines de semana por la movida o por los acontecimientos deportivos. Muy probablemente a partir de ahora tengamos que pregonar que la "España profunda" lo es porque manifiesta su preocupación por las cosas más importantes de la vida y porque es capaz de dar ese trabajo que la "España superficial" capitalina cambia por una algarabía alienante.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.