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Agnès Varda considera "formidable que las películas entren en la vida de los espectadores"

Ferran Bono

La realizadora belga Agnès Varda abordó ayer en Valencia la experiencia "formidable" que supone el hecho de que "las películas entren a formar parte de la vida" de los espectadores. El discreto encanto de la burguesía, de Luis Buñuel o Una mujer bajo la influencia, de John Cassavettes, son algunas de las películas que más han influido en la vida de esta realizadora considerada precursora de la nouvelle vague, aunque ayer dijo que, en realidad, tan sólo compartía la edad con los componentes de aquel movimiento rupturista del cine francés. Varda es objeto de un ciclo en la Filmoteca de Valencia.

La directora de Sin techo ni ley, nacida en Bruselas en 1928, presentó anoche en la Mostra una copia restaurada de su pelicula Le bonheur, que en España se título La felicidad y "en Italia Verdes praderas del amor", comentó en tono irónico Varda. La realizadora abundó en este despropósito recordando que la acción de uno de sus filmes más importantes, Cleó de 5 a 7, transcurre un martes, lo cual no fue óbice para que en Alemania recibiera el nombre de Miércoles, de 5 a 7. El Instituto Francés de Valencia colabora en el ciclo. Defensora del cine de autor, la realizadora se extendió en los problemas de los directores cuyas obras "dependen de los proyeccionistas y de los proyectores". Se quejó de la mala calidad con que en numerosas ocasiones se exhibe una película, sin que parezca que tiene importancia mostrar sus colores primitivos, los encuandres o la música con la que se concibió. Se lamentó de la escasa sensibilidad y del maltrato que recibe la obra cinematográfica, a diferencia, por ejemplo, del "libro que está impreso". También aludió al escándalo que produjo en los años 60 el estreno de su película La bonheur, "que cuestionaba la idea de pecado". "No era la historia de un adulterio, sino la historia de un hombre casado que quiere también a otra mujer", comentó la directora que empezó estudiando fotografía en París hasta que en 1954 realizó la película La pointe courte, sin conocimientos cinematográficos. Fue en esa década de los 60 cuando se extendieron las películas de la nouvelle vague, de Godard, Chabrol, Truffaut o Rohmer, entre otros. Varda sostuvo que ella estaba al margen del grupo de cineastas y de los críticos de Cahiers du Cinema que lo promovieron. "Ellos sabían y conocían mucho sobre el cine, pero yo cuando empecé no conocía casi ninguna película, aunque me metí sin complejos", añadió. Su inclusión en el grupo de precursores se debió al artículo de una periodista de L"Express, recordó la realizadora, quien reconoció que la nouvelle vague significó un cambio en el panorama cinematográfico mundial con un cine más libre. Etiqueta feminista "Me incluyen sobre todo por los años, pero nunca me he sentido perteneciente a un grupo", agregó la realizadora al respecto, al tiempo que rechazaba cualquier etiqueta, como la de cineasta feminista, que le han puesto "por el mero hecho de ser mujer y hacer un cine con mujeres". Varda, además, respondió que el cine francés vive un buen momento con la eclosión de nuevos realizadores que consideró muy interesantes. En este sentido, destacó el gran número de directoras jóvenes en el cine francés, que forman así "la mitad del cielo, como dicen los chinos". A propósito de una de sus películas preferidas, El discreto encanto de la burguesía, Varda relató una anécdota. Cuando le vinieron las contracciones del embarazo de su primer hijo recordó el consejo del médico de esperar un poco, "así que me puse a ver la película de Buñuel y se me pasaron, y al final entré al hospital con un gran humor". Este filme y La Edad de oro, del director aragonés, Amarcord, de Fellini, Rocco y sus hermanos, de Visconti, y algunos filmes de Godard, Demy y del primer Konchalovsky, entre otros, son algunos de los preferidos y de los que más han influido en la vida de Varda, según apuntó. Por otra parte, la faceta más desconocida como cineasta y guionista del novelista valenciano Vicente Blasco Ibáñez se aborda en el libro del periodista Rafael Ventura Meliá, Cartas de cine de Blasco Ibañez, que ayer se presentó en Crisol, y en un ciclo de cine de la XIX Mostra de Valencia-Cinema del Mediterrani, informe Efe. El libro cuenta con la colaboración de los periodistas Juan Lagardera y Rafa Mari y los profesores del CEU San Pablo, Miguel Herráez y Santiago y en su primera parte reúne un total de 435 cartas inéditas que Vicente Blasco envió a su editor, Francisco Sempere. En la segunda, se habla de la adaptación al cine de su novela Sangre y Arena. "Es de un interés fundamental este texto porque hasta la fecha todos pensábamos que Blasco era ajeno al cine y nos hemos encontrado con un espíritu aventurero en el mundo cinematográfico", indicó Juan Lagardera. Las cartas estan acotadas entre 1916 y 1917 y analizan la postura del escritor ante sus novelas, la dirección de películas y su actitud en el cine. La Mostra de València finaliza hoy con la proyección de todas las películas ganadoras y otros filmes de los correspondientes ciclos.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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