Antropología en sesión continua

Ceremonias sagradas de los hopi, danzas con máscaras de los indios del Noroeste, música y bailes esquimales, iniciaciones africanas, exorcismos chinos, teatro tibetano... El ciclo de cine antropológico que presenta la Fundación Miró esta semana como parte del programa del Festival Internacional de Teatre Visual i de Titelles de Barcelona constituye un viaje excepcional alrededor del globo con parada en algunos de los ritos y expresiones culturales más interesantes y secretos de las sociedades tradicionales. Verdadera lección de antropología en sesión continua, el ciclo, titulado La fuerza de las imágenes, consta de 11 documentales seleccionados por la especialista francesa Francine Ndiaye. Hoy se desarrolla la tercera jornada del ciclo, dedicada a África Occidental y compuesta por las películas Segow, masques bambara -sobre las máscaras y títeres de los sogows de Mali- y Secrets d"initiés, dedicada a los rituales de iniciación de Mali, Guinea Bissau, Nigeria y Togo. El ciclo, gratuito, finaliza el sábado. La jornada inaugural, el pasado martes, reunió a duras penas a una veintena de personas en el auditorio de la fundación, lo que no fue óbice para que la comisaria Ndiaye y el director del festival de marionetas, Joan Baixas, presentaran y comentaran luego las películas durante la proyección con una entrega y un entusiasmo admirables. La propuesta cinematográfica, hay que reconocerlo, no era lo que se dice de carácter muy comercial. El primer filme, Techqua ikachi (La tierra de mi vida), consistía en largos recitados de un arrugado anciano hopi, imágenes recurrentes de mazorcas de maíz y de puestas de sol en el desierto de Arizona, y escenas de ceremonias sagradas de principios de siglo, tomadas en blanco y negro antes de que se decretara la prohibición de registrarlas. Lo más increíble fue poder ver -más bien entrever, dada la calidad de la filmación- una danza de kachinas, las representaciones simbólicas de espíritus de animales, plantas, lugares y ancestros. Caracterizados como kachinas, los danzantes ascienden desde una kiva -pozo ritual- con toda la fuerza expresionista de personajes de El séptimo sello emplumados, recortándose contra el horizonte infinito del desierto. El adusto primer documental antropológico contrastó con el que vino a continuación, igualmente excepcional pero más movido. Mostraba éste las danzas de máscaras de un potlatch kwakiutl, una de las ceremonias paradigmáticas de los primeros estudios antropológicos modernos y que nunca había sido filmada. La de la película se realizó especialmente para tal efecto en 1992 y la organizó la familia Hunt, a cuyos antepasados estudió Franz Boas, el padre de la antropología norteamericana. Los potlatch de los indios kwakiutl, de Vancouver, son una especie de gran fiesta que finaliza con un derroche ritual de riqueza. El filmado, aunque con muchos elementos modernos, permitió hacerse una idea de la exuberancia simbólica y la abigarrada plasticidad de este tipo de ceremonias: se ejecutaron danzas con máscaras fabulosas como la del pájaro del trueno, la de los animales, la del espíritu caníbal o la del hombre salvaje del bosque -cuya visión entusiasmaría a Roger Bartra- . Una reducida parte del reducido público desertó antes de que concluyera el filme -algo más de una hora-. Y es que un potlatch kwakiutl no es, pese a toda su espectacularidad y emoción, Titanic.