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Los últimos heridos de la temporada se recuperan de sus percances

Gustavo Martín ya se incorpora y será dado de alta en cuatro días

"Dentro de lo malo, ha sido a final de temporada. Nada se ha perdido". La frase corresponde al novillero Gustavo Martín, el último de los toreros que abrieron la puerta de la enfermería la temporada que ahora da sus últimas boqueadas. Los matadores Alberto Elvira y Canales Rivera, el novillero Gonzalo Hernando y el subalterno Juan Carlos de los Ríos, El Formidable, también se recuperan de los percances sufridos.

A ellos les corresponde el peculiar honor de ser los últimos heridos del año. "Lo vi venir. Quise aguantar sin rectificar y me enganchó", recuerda Martín, de 23 años. El domingo debutaba en Madrid y su tesón por respetar las buenas maneras le valió una cornada de 20 centímetros en el muslo. Ahora se recupera "tras una noche de muchos dolores". Por lo demás, el novillero se muestra confiado: "La herida es limpia, puesto que sólo afecta a masa muscular. En cuatro días estaré en casa". "Al ir a ceñir la tercera chicuelina, el toro me arrolló. Lo peor es que hizo por mí en el suelo", dice en tono similar al de su compañero Alberto Elvira. Del encuentro le quedó una cornada en el muslo derecho que le afectó al nervio ciático. "De la rodilla a la cadera, tengo la pierna dormida. En cualquier caso, el doctor ha dicho que pronto recuperaré la sensibilidad", comenta el diestro lesionado el pasado lunes también en Las Ventas.

El caso de Canales Rivera concita a las malas artes que de cuando en cuando gasta el destino. Tras su grave cogida en Málaga a mediados de agosto, una cornada que le arrasó la boca, fueron tan sólo diez días el plazo que se dieron los hados para reincidir. En Moita (Portugal), un astado del Conde Cabral le perforó los testículos. "Lo malo no fue la cornada. El torero pudo terminar la faena. Los problemas surgieron en la enfermería", relata el hermano del diestro, Carlos. "El quirófano no reunía las condiciones mínimas. Lo único que existía era aguja e hilo. Ni sondas, ni vendas, ni anestesia", continúa. Las molestias que provocó tan deficiente operación le obligaron a suspender la temporada. Gonzalo Hernando, por su parte, sufre el accidente más grave del año. En su debú con picadores el 17 de agosto, el joven de 19 años sufrió una voltereta que acabó en rotura de cervicales. Un primer injerto del hueso de la cadera fue rechazado y se le tuvo que volver a operar hace dos semanas. "Cada vez tiene más fuerza en los brazos y todo indica que la operación se va afianzando", dice su padre, el matador de toros retirado Andrés Hernando.

El último del parte de bajas, El Formidable, hijo, fue herido en el glúteo por el victorino que lidió El Juli en Las Ventas el día de su despedida de novillero. Una herida de 30 centímetros al salir del embroque en las banderillas fue el testimonio de lo ajustado del encuentro. "Le quedan tres o cuatro meses de reposo", dice su padre, del que el subalterno hereda apodo y apostura.

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