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Una tierra cansada

Josep Ramoneda

Se cumplen tres meses de los incendios de julio. En su epicentro, entre las sierras de Castelltallat y de Pinós, los pájaros están de regreso y han aparecido las primeras pinceladas de verde, los medios de comunicación se fueron y el eco de las polémicas se va apagando, y sus habitantes han recuperado el cíclico ritmo de la vida rural, dispuestos a no abandonar estas tierras gastadas y cansadas. 1. El camino hacia la tierra quemada está plagado de señales. Antes de llegar a El Pont de Vilomara, el recuerdo de los incendios de 1994. Las tierras arcillosas que al mostrarse entre la negrura de los árboles calcinados trazaban ríos de sangre, están ahora coloreadas del verde triste del bajo bosque. Al dejar el Eje Transversal por la salida de Aguilar de Segarra, a la derecha queda la estación. Allí cerca, demasiado cerca, de unos cables de alta tensión empezó todo este pasado verano, el 18 de julio por más pesadilla. A la izquierda, una pincelada negra asoma por la colina, como advirtiendo del panorama que espera al girar la curva. De frente viene un camión cargado de negros troncos, que brillan como si estuvieran esmaltados, a punto para el rito funerario. Toda tragedia tiene su duelo. He tenido la sensación de cruzarme con el furgón mortuorio, de llegar en el momento en que ya se llevaban al difunto. Fugaz impresión: se abre ante mis ojos un paisaje uniforme de árboles carbonizados, interrumpido por los claros que han ido dejando unos pocos leñadores empeñados en retirar al cuerpo del delito. Troncos largos para madera, troncos cortos para hacer pasta para conglomerado o para papel, un modesto banquete con las migajas de la desolación. Las miradas se van arriba. Uno busca desesperadamente una brizna de verde en la copa. Y cuando la encuentra es tan tenue el color que es imposible reconocerle vida. Hay una sombra de muerte sobre este paisaje. Y una terrible certeza: en aquellos lugares donde el fuego pasó dos veces, en 1994 y este año, la vida tardará un par de generaciones en volver. PASA A LA PÁGINA 4

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Voluntad de resistir y esperanza en tierra quemada

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