Guti: "Intento pasar desapercibido"
"Soy un hombre que con la izquierda anda bien. Que prefiere la verticalidad al juego horizontal. Que sabe llegar bien y sabe hacer goles. Y mi único defecto es que antes no luchaba tanto como se esperaba de mí. Pero ahora me encuentro bien y puedo aportar grandes cosas al equipo". El que se promueve con tanta austeridad es un hombre que tuvo fama de jovencito díscolo: José María Gutiérrez, Guti, de 21 años. La última perla que dio la cantera del Madrid antes de quedar poco menos que olvidada. Un jugador que no se entendió con las pretensiones de sus dos últimos técnicos. Lo primero que vieron en él Fabio Capello y Jupp Heynckes fue un filón de talento. Luego le reprocharon que no defendía bien. Con Guus Hiddink, a Guti le amenaza el mismo fantasma. Ha jugado 17 minutos (de 430 posibles) en dos partidos de Liga. Pero hoy en Zaragoza la fortuna puede volverse de su parte. "Es un jugador con una gran visión del juego y tiene mucho talento, pero en el fútbol actual todos tienen que participar en el trabajo sucio", explica Hiddink. Por eso no bastó con que hiciera una gran pretemporada, ni que fuera nombrado mejor jugador del Trofeo Santiago Bernabéu, en el que marcó dos goles fabulosos y dejó en evidencia al Peñarol. Fue el último partido que jugó. Ya sea porque lo hizo Karembeu o porque Seedorf no quiso desplazarse a la banda, las prioridades siempre pasaron por colocar a los internacionales. "No juego porque es difícil cuando mis compañeros son casi todos mundialistas, casi todos con muchos títulos y con mucho nombre, y así partes con desventaja. Pero creo que cuando la Liga avance y me den oportunidades, el míster se dará cuenta de que lo puedo hacer igual de bien que ellos. Entonces el nombre no servirá de nada".
A diferencia de la mayoría de los titulares madridistas (salvo Hierro, Sanchis y Raúl, el resto nacieron fuera de España), Guti es un producto local: "Nací en Madrid y siempre fui madridista. Entré con nueve años en el Real Madrid". Su ídolo futbolístico fue Maradona, y de su admiración surgió su puesto en el campo -la mediapunta- y su deficiencia técnica: no nació para hacer el trabajo sucio. "Que no defiendo es el tópico que más me ha perjudicado", se queja.
Antes Guti rezumaba vitalidad. Ahora se le pierde la mirada: "He cambiado. El fútbol te hace madurar, te da alegrías, pero te da palos. No es que esté triste, pero no quiero quejarme. Intento pasar desapercibido".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.