"El destino trágico de ETA es morir a manos del PNV"

Desde la distancia de su casa de Madrid, Juan Carlos Eguillor (San Sebastián, 1947) se limita a observar los acontecimientos políticos que preceden a la convocatoria electoral del 25 de octubre, mientras trabaja con el ordenador en una serie de dibujos sobre el Museo Guggenheim y un libro que reflejará las experiencias acumuladas en un viaje reciente por el corazón de África. Pregunta. ¿Le sorprendió el anuncio de la tregua de ETA? Respuesta. Sobre el efecto sorpresa prevaleció el aspecto positivo de la noticia, aunque probablemente tiene tintes electoralistas. Pienso que ya era hora de que lo hicieran, quizá ahora las circunstancias les obligan a ello. Me preocupa ver qué van a hacer los partidos del Acuerdo de Lizarra con el capital político que van a recibir en las elecciones. Va a ser como Atracción fatal: mucha gente sin intención nacionalista en su voto les apoyará por la esperanza de paz. P. ¿Cree que se mantendrá la situación? R. Me da la impresión de que más adelante muchos votantes de HB se quedarán satisfechos y pasarán a votar al PNV. El destino trágico de ETA es morir a manos del PNV, precisamente. Tiene algo de tragedia griega. P. ¿Puede imaginar el dibujo del día después del acuerdo de paz? R. No sé muy bien cuál puede ser el resultado. La imagen que podría dibujar es una especie de paisaje, una geografía de la situación con arco iris, en el que en un extremo está el PNV, en el otro HB y ETA, y en medio la cabeza de Carlos Garaikoetxea como un péndulo. Y luego un resto del PP, y una gran masa de gente desconcertada. P. ¿Confía en que tengan razón quienes pronostican un espectacular crecimiento económico en un País Vasco en paz? R. No sé que tipo de política puede desembocar en esa especie de felicidad económica. El nacionalismo obvia la cuestión social; no es algo de lo que se hable mucho, queda subordinado. Yo creo que lo honesto sería empezar a explicar qué es exactamente la autodeterminación y la independencia, qué sentido va a tener en la práctica. Hablan como si el hecho de la independencia fuera una película que pasa del blanco y negro al tecnicolor y a la pantalla panorámica. Igual que si al día siguiente de la independencia, automáticamente, por una razón mágica, Euskadi se convirtiera en la Arcadia feliz. Y no es verdad; no hay ningún sitio así. P. ¿Le ayuda la distancia para entender lo que ocurre en el País Vasco? R. No, nada. Aunque voy y vuelvo, tengo que reconocer que sólo sé dibujar en el País Vasco. Cuando he intentado hacerlo en Madrid me ha salido mal.