Los ciudadanos del Este triplican su presencia en la Comunidad en 5 años
El asesinato, el 22 de agosto, de un ciudadano ruso afincado en Orihuela no hizo más que confirmar la existencia de mafias rusas en la costa de Alicante, negada por las autoridades valencianas pero reconocida por el Ministerio del Interior y los mandos policiales. El incremento del crimen organizado procedente de los países del Este de Europa ha sido objeto de debate parlamentario, a resultas del cual se ha conocido que el colectivo integrado por estos inmigrantes se ha triplicado desde 1993, y sigue en aumento.
Los datos oficiales, sin embargo, no parecen tener relación directa con la realidad. Para el diputado de Nova Esquerra (NE) Manuel Alcaraz, que ayer divulgó los datos, "no es posible, ni de lejos" que en la provincia de Alicante residan tan sólo 134 rusos (206 en el conjunto de la Comunidad), por lo que acusó ayer a las autoridades de inmigración y al Gobierno de no ser "lo suficiemente diligentes" en el control de las llegadas. Un déficit que calificó de "gravísimo", dado que la peculiar estructura de los grupos mafiosos de Rusia puede verse favorecida con una concentración inusual de compatriotas. Alcaraz denunció la "doble moral" del partido del Gobierno, el PP, que persigue sin piedad a inmigrantes del Magreb que viajan en pateras con riesgo de perder sus vidas mientras se muestra flexible cuando se trata de inmigrantes que viajan en avión con maletines cargados de dinero. La evolución de la presencia de ciudadanos del Este ha crecido desde 1993 hasta 1997 de forma continuada. Los datos oficiales aportados por el Ministerio del Interior reconocen la existencia, a fecha de 31 de diciembre de 1997, de un colectivo integrado por 16.918 personas en toda España, 1.580 de las cuales han escogido localidades valencianas como lugar de residencia. De ellas, 206 son de origen ruso, afincadas principalmente en Alicante, provincia en la que se han registrado 134 inmigrantes de esta nacionalidad, una cifra difícilmente creíble si se coteja con las propiedades adquiridas y los negocios abiertos en los últimos años sólo en la comarca de la Vega Baja, destino preferido por estos inmigrantes caracterizados por su alto poder adquisitivo, su carácter introvertido y las medidas de seguridad de las que se rodean en sus viviendas. Blanqueo de dinero El asesinato de agosto supuso un punto de inflexión en el reconomiento oficial de la existencia del crimen organizado procedente del este de Europa. Por primera vez, los cuerpos de seguridad del estado no descartaban la posibilidad de que se hubiera establecido algún grupo mafioso en la costa de Alicante, de origen ruso, dedicado al blanqueo de dinero, especialmente a través de inversiones inmobiliarias. Poco después, el Gobierno reconoció implícitamente la existencia de mafia rusa en Alicante, al crear una unidad específica de la Guardia Civil dedicada a perseguir la implantación de estos grupos. Investigar inversiones sospechosas de encubrir blanqueo de dinero procedente de actividades delictivas es su cometido principal, que según Manuel Alcaraz deben desarrollar los agentes sin disponer de los efectivos humanos y técnicos necesarios. Un ejemplo de ello es la lentitud en la investigación del asesinato de Orihuela, dificultosa por el desconocimiento que la policía española tiene del idioma ruso, según declaró el delegado del Gobierno, Carlos González Cepeda. Para el diputado de NE, la primera exigencia a las autoridades radicaría en verificar la presencia real de ciudadanos rusos en la Comunidad Valenciana, a lo que debería seguir un reconocimiento público y explícito de la existencia de mafias para tratar de atajar un fenómeno relativamente nuevo. "El Gobierno reacciona muy lentamente, y aunque comprendo que la cooperación policial con estos países es complicada y prácticamente imposible, las autoridades deben ser más enérgicas y, sobre todo, dejar de pronunciar discursos conciliadores en los que reiteradamente niegan que exista crímen organizado", declaró Alcaraz. El parlamentario criticó también la actitud de los representantes empresariales, que bendicen las inversiones rusas como dinamizadoras de la economía, sin importarles la procedencia del dinero.
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