La entrevista, según Soler Serrano
El periodista nunca debe ser agresivo con el entrevistado; tiene que conocerlo muy bien -"incluso mejor que él mismo"- y, si es posible, ser su amigo. Éstos son algunos secretos de su oficio que el veterano locutor Joaquín Soler Serrano reveló ayer a los estudiantes de Periodismo de la Universidad Ramon Llull. "La entrevista es como un libro", describió, "ha de empezar de una manera original, ir subiendo hasta alcanzar un tono de intensidad y acabar de una forma suave". Soler Serrano, que a sus casi 80 años sigue en activo haciendo televisión en Venezuela, hablaba con conocimiento de causa. Lleva más de medio siglo entrevistando. Pero tal vez su incursión en el género más conocida sea la serie para TVE que realizó en los años setenta, titulada A fondo. Se trata de una docena de entrevistas a intelectuales célebres -hoy todos fallecidos- que se han convertido en valiosos documentos de la historia de la literatura y que acaban de editarse en vídeo (Editrama). Hace más de 20 años, Soler Serrano entrevistó, por ejemplo, a Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Josep Pla, Julio Cortázar, Salvador Dalí, Juan Rulfo y Carlos Barral. Y ayer recordó cómo fue aquello. "Cuando propuse a los directivos de TVE hacer un programa de entrevistas de una hora sin músicos ni bailarinas, me respondieron que bien, pero que la duración les parecía exagerada. Les respondí: "Cualquier persona tiene más de 15 minutos de historia que contar; lo que hay que saber es sonsacársela". A Julio Cortázar, Soler Serrano le sonsacó casi tres horas de historia. Con el autor de Rayuela el locutor mantuvo una de las conversaciones "más entrañables" de su carrera. "Me costó mucho quedar con él. Al final, tras varias citas fallidas, lo pillé en la feria de Francfort. Ahora sé que aquélla fue una de las experiencias más hermosas que he tenido. La magia era tan increíble que no me percaté del paso del tiempo". Soler Serrano cree indispensable que haya amistad entre el entrevistador y el entrevistado "para que nos dé su alma". Si no es así, sin los paseos junto al mar con Barral, sin las tertulias con Pla, cerca del fuego del hogar de su casa de Palafrugell, jamás hubiera podido captar la sensibilidad del editor y del escritor, sus amigos.
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