Catedral
A ver, ¿cómo se va a llamar el restaurante de los canónigos? ¿Spinola Joes?, ¿Hard Rock Sacro?, ¿Giraldillo Snack Bar? o quizás ¿Bocatta di Cardinali? Y si sacaran adelante el proyecto con la bendición, disculpen, con el visto bueno municipal, ¿quién sería el encargado de las relaciones públicas del local? ¿Alfonsito Rodríguez Galinier, un sabio a la hora de llenar de clientes este tipo de negocios, o un hermano de La Cena? Andan los canónigos sevillanos empeñados en que las generaciones actuales y futuras los tomen por locos. No ya por labrar un templo que sea la medida de su soberbia, su fe y su poderío terrenal como hicieron sus antepasados en el cargo, sino por albergar la idea de levantar un bar en plena Catedral que sea la medida de su monopolización del templo y del carácter marcadamente mercantilista que lo invade. El caso es pagar, pasar por ventanilla, hacer caja. No ya la que pagan turistas y locales para disfrutar un templo que, si aún lo es, lo es de todos. Intentan convertir la Catedral en el paradigma sevillano del supermercado espiritual. Ya es hoy una especie de museo donde aún se dicen misas. Un museo donde se paga para ver la tumba de Colón donde Colón no está enterrado y demás maravillas sacras que han sido restauradas por manos y dineros ajenos a los caudales catedralicios y que sólo ellos usufructan. En esa obsesión mercantilista digna de los mejores brokers de Wall Street se gesta el proyecto de un bar dentro de la Catedral. Moralmente ni me va ni me viene. Allá ellos, que son empleados fijos de una empresa que ha hecho de la moral su libro de estilo y de balances. Y que deben saber muy bien lo que, en su día, opinó el Jefe sobre los mercaderes del templo. El problema es de otro tipo. Lo moral, a fin de cuentas, no deja de ser una íntima convicción tan personal como intransferible. El problema es que la zona centro sevillana está declarada por el Ayuntamiento área saturada para este tipo de locales. Habría que preguntar si a los canónigos de la Catedral les afecta, como a cualquier otro vecino de la ciudad, esta limitación o, por contra, están tan por encima del bien y del mal, tan por encima del mismísimo Giraldillo de la fortísima torre, que pueden hacer de su capa un sayo y poner cola de toro del mismísimo buey del apóstol San Mateo.J. FÉLIX MACHUCA
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