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Una moto para el Campo de Gibraltar

"Ya está solucionado lo del Torroja", bramó de satisfacción el alcalde de Algeciras, Patricio González, después de una áspera conversación telefónica con la Consejería de Obras Públicas, que se tradujo en 100 millones de pesetas para reparar el mercado de abastos de la ciudad. "La cuestión aquí es patalear, hay que pedir un coche para que te den una moto". González es capaz -en cinco minutos escasos y después de que haya pasado de largo una hora prudente para irse a comer- de amenazar a un consejero de la Junta con boicotearle un acto público, de cerrar el acuerdo sobre una subvención y de susurrarle al auricular a un alto cargo del Partido Andalucista que quiere que le traten con el mismo mimo que a "las Olimpiadas de Alejandro [Rojas Marcos]". Su objetivo político es ahora la novena provincia. O lo que se pueda sacar por ella. El sur de Andalucía está viviendo un proceso inquietante y sintomático. Los grandes partidos no tienen reflejos para acercarse a los problemas de los ciudadanos de a pie. Los altos cargos de los partidos estatales no suelen tropezarse en los baches de la calle de los votantes de pueblo. El terreno está abonado para personajes políticos como Jesús Gil (una encuesta asegura que obtendría el 80% de los votos en La Línea de la Concepción), Enrique Bolín o el propio González, que podría mandar a paseo al PA en bloque entre sorbo y sorbo de una taza de café con leche. Poca política, pero mucho populismo, escaso umbral del ridículo, pero alto del efectismo y, sobre todo insultante cercanía con el sujeto votante, capaz de disfrazarse de interés, preocupación o, incluso, apego. Acercamiento administrativo Mientras los partidos no encuentren la fórmula para dinamizar su cercanía con los ciudadanos, esta raza de políticos amenaza con llevarse a su casa el Poder Local. Han conseguido que cualquier tentativa contra ellos se torna en agravio al pueblo con el que desayunan, van a la compra o sufren de la lluvia. Patricio González quiere ahora una moto, un reconocimiento y acercamiento administrativo para el Campo de Gibraltar, y mucha, muchísima gente está con él. Según el Ayuntamiento de Algeciras, se han recogido más de 65.000 firmas a favor de la creación de la novena provincia andaluza. La población total de los siete municipios es de un cuarto de millón. Con este viento en sus velas, el alcalde algecireño sigue pidiendo un coche. "Cádiz está a 120 kilómetros de aquí, por lo que si alguien tiene que hacer cualquier trámite, incluso renovar el carnet de conducir, tiene que perder un día yendo y viniendo de la capital". Con esta frase de Patricio González están de acuerdo la gran mayoría de los ciudadanos del Campo Gibraltar, la Mesa de Alcaldes (tres del PSOE, uno del PA, dos independientes y un miembro del Partido Popular) y hasta la propia Junta de Andalucía, que ya ha preparado un encuentro entre Diputación, Ayuntamientos y Ejecutivo autonómico, para ver qué competencias estaría cada uno dispuesto a ceder a una autoridad comarcal. El lunes de la semana pasada, la reunión se suspendió porque el alcalde de San Roque estaba en Madrid, pero la Junta ha mostrado agilidad y se ha apresurado a estar entre los sujetos de la discusión. Entre los que encabezan los siete municipios hay de todo. González, que juega con la baza de Algeciras, con casi la mitad de la población del Campo de Gibraltar, estaría más que satisfecho con una comarcalización adecuada (por una vez, y por motivos muy distintos a la fidelidad, se une a los postulados de su partido). Requisitos mínimos La petición de la novena provincia podría quedar aparcada, si lo que él considera requisitos mínimos en Universidad, Sanidad y, sobre todo, comunicaciones se ven satisfechos. El que se supone que es el mayor puerto de España y la zona industrial más boyante de Andalucía, con Acerinox, un par de centrales térmicas, una refinería y un nutrido grupo de compañías de servicios del puerto o de los grandes entramados fabriles, están comunicadas con el resto del mundo y, lo más importante, de los mercados por la denominada Ruta del Toro o la carretera de Tarifa: dos desastres viarios, peligrosos y lentos. El tren, a pesar de que se había prometido que este mismo mes habría ferrocarriles rápidos en la zona también está agonizante. El proyecto de carretera y ferrocarril desde Écija hasta San Roque está en el limbo de la historia desde la dictadura de Primo de Rivera; como el decreto de creación de la provincia del Campo de Gibraltar se durmió sobre el despacho del dictador Franco, a finales de los años sesenta. Cuando el cierre de la verja de Gibraltar obligaba a dar una imagen de modernidad y el generalísimo se dedicó a poner fábricas y a preparar proyectos. En los siete municipios, ha aparecido el embrión de los que se sienten desiguales y amenazan con pasar a sentirse diferentes.

Circunscripción electoral propia y autonomía

En La Línea de la Concepción, José Ignacio Fernández, del Partido Popular, aboga desde su despacho de alcalde por la Autonomía. No es que delire, perteneciendo a un partido eminentemente nacionalista español, sino que se ha vuelto práctico. Él sostiene que la autonomía vendría dada con la entrada de Gibraltar en la soberanía española y que no sería necesario ningún retoque a la Constitución. Se seguiría (según sus planes) los pasos dados en Ceuta y Melilla. La zona resultante, que recibiría en sus primeros años generosos fondos de las administraciones británica y española por el trauma de cambiar de himno y monarca, debería incluir, según Fernández, a La Línea de la Concepción. Fuera Andalucía y venga las rebajas en los impuestos y las prebendas para convencer a los llanitos que sean españoles. Por el momento, el ministro principal, Peter Caruana, aprovecha su sueldo británico para vivir en Sotogrande a lo ídem. El alcalde de La Línea quiere eso para su ciudad. Y en el resto del Campo de Gibraltar una propuesta similar tendría el mismo éxito que un puesto de venta de duros a cuatro pesetas si la única contraprestación es seguir alineados a Cádiz. El alcalde de Los Barrios, el ex socialista y ahora independiente, Alonso Rojas, se ciñe a la petición de una comarca. No le gusta exigir la provincia de modo excluyente. Al mismo tiempo se siente discriminado por la capitalidad geográfica de Cádiz y pide, desde su pueblo limpio, industrial y pacífico, más atención para su zona. Rojas insiste en el punto clave de todo este asunto. Ser provincia o comarca es algo que todos están dispuestos a sacrificar siempre que se satisfagan sus reclamaciones, sanitarias, judiciales, educativas o viarias. Un punto en el que todos se han encastillado es la exigencia de la circunscripción electoral propia. Quieren que a la Junta sean elegidos diputados por el Campo de Gibraltar. "El nuevo centralismo es Sevilla", sentencia Rojas. La posibilidad de que haya diputados y senadores del Campo de Gibraltar no le disgusta a nadie. Algunos como Rojas, lo piden a viva voz. González lo secundaría sin pestañear y en La Línea, su alcalde también duda entre las ideas de su partido y los intereses de sus votantes. El Campo de Gibraltar quiere tenerlo todo más cerca. Sólo les falta ponerse de acuerdo en cómo llamarlo: Comarca, Provincia, Autonomía...

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