Castañuelas en la Quinta Avenida
Antonio Banderas encabeza el primer Desfile de la Hispanidad que Nueva York dedica a España
Trescientos sesenta y cinco días al año, los neoyorquinos disfrutan (o sufren) la abrumadora presencia de la cultura y la música hispana en las calles de su ciudad. Pero un día cada 12 meses, esa presencia se viste de gala, pompa y circunstancia y adquiere la forma de un Desfile de la Hispanidad que serpentea por la Quinta Avenida a ritmo de samba, merengue y jota. La edición de este año se celebró ayer, bajo un espléndido sol de otoño, y fue presidida por Antonio Banderas, en calidad de Gran Mariscal, ya que España protagonizaba, por primera vez en 33 años, esta festiva ocasión.El protagonista de El Zorro encabezaba la procesión de carrozas. Iba vestido de estricto negro y de la mano de Melanie Griffith, en un resplandeciente traje blanco. En representación del gris, desfilaba el alcalde, Rudolph Giuliani, estrechando la mano y sonriendo a votantes en potencia, y luego una sucesión de grupos musicales y folclóricos de explosivos colores de toda América Latina.
Un año más, el asfalto y los imponentes edificios de la Quinta Avenida servían de escenario para las guitarras, los acordeones, las flautas y las castañuelas. Sólo faltaba la cabra. El desfile era ayer el segundo gran motivo de orgullo y celebración para los hispanos de Nueva York en este fin de semana de conmemoración del descubrimiento. El primero era la foto en todos los periódicos de Orlando Hernández, El Duque, el jugador de béisbol que desertó de Cuba y el sábado protagonizó la victoria de los New York Yankees sobre los Indians de Cleveland.
¿Qué significa que España protagonizara este año el Desfile de la Hispanidad? Que España ha asumido una parte importante de la organización y que desfilaran en primera línea el embajador en Washington, Antonio de Oyarzábal, y el cónsul general en Nueva York, Emilio Casinello, así como la directora del Instituto Cervantes en Nueva York, María Lozano. También significa que las primeras carrozas en pasar, de un total de 50, fueron las correspondientes a las distintas comunidades autónomas y a sus representaciones de emigrantes en Nueva York y sus alrededores, dominadas por las asociaciones gallegas. Nueva York acoge durante el año una cantidad considerable de desfiles nacionales, desde el griego hasta el haitiano. El de la Hispanidad es el más importante, concurrido y espectacular, junto al de San Patricio, el día de los irlandeses, y el del día de Puerto Rico.
En Nueva York viven dos millones de hispanohablantes de los 30 millones que están repartidos por todo EEUU, y en esta ciudad precisamente este fin de semana se acaba de anunciar el inminente lanzamiento de un nuevo periódico en español, asociado al prestigioso Newsday. Es normal que en estas procesiones se deje un puesto de honor para representaciones de la policía y los bomberos locales. Sin embargo, ayer resultaba como mínimo chocante ver pasar por la avenida un autobús del departamento de correccionales, de los que se suelen usar para trasladar a presos.
Uno de los puntos sobresalientes del desfile es siempre el paso por la catedral de San Patricio, en el Rockefeller Center, y besar la mano al cardenal de Nueva York, John O"Connor. O"Connor había oficiado el viernes, junto con el cardenal de Santiago de Compostela, Julián Barrio, la misa solemne de la Hispanidad. No pudo celebrarse la actuación de un grupo rociero, como estaba previsto, aunque sí llegaron hasta el altar dos miembros de la Guardia Civil escoltando a la Virgen del Pilar.
La presencia de Antonio Banderas, acompañado por su mujer, en el desfile de ayer era una de las pocas notas de frescura y modernidad en una cita que, por lo demás, volvió a dar a los americanos una imagen un tanto mustia de la realidad española.
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