Un epistolario descubre una visión atípica del escritor Pío Baroja El libro reúne las cartas del autor y el valenciano Eduardo Ranch
Eduardo Ranch fue un musicólogo y periodista, simpatizante del valencianismo republicano e interesado por la generación del 98, que estableció una singular relación epistolar con Pío Baroja tras conocerlo en Madrid en 1933. Ahora la editorial Vicent Llorens acaba de publicar una cuidada edición que recoge 95 cartas entre Ranch y Baroja y proporciona una nueva mirada sobre el escritor vasco, alejada del tópico sobre su carácter "huraño y antipático", según explica Amparo Ranch, hija del musicólogo.
Baroja no era muy dado a escribir cartas, una circunstancia que conocía Eduardo Ranch y de la que sentía muy satisfecho en razón a las, al menos, 39 misivas que le envió el autor de El árbol de la ciencia, de 1933 a 1955. Estos textos, junto otros 56 firmados por el musicólogo que fue amigo y compañero de Adolf Pizcueta y conocido de Max Aub, están recopilados en Epistolario, de cuya edición crítica es responsable el profesor y experto en la generación del 98 Cecilio Alonso. El interés de Ranch por el novelista vasco aumentó a causa de un comentario que le hizo el político y periodista Julio Just Gimeno. En una ocasión le dijo que tenía el aire de un personaje barojiano. Ranch marchó a Madrid, donde conoció a Baroja. En realidad, perseguía el propósito de escribir una biografía del novelista vasco que nunca llegó a realizar. "La serie responde a un esquema raro: el corresponsal, veinticinco años más joven que el escritor, apenas alcanzó relevancia en las letras hispánicas, aunque dedicó a ellas muchas horas de ocio, y se relacionó con destacadas figuras literarias de la época", comenta en el prólogo el profesor Cecilio Alonso. En su juventud, Baroja había escrito frases agrías y exabruptos malhumorados de su paso por Valencia como estudiante, de 1891 a 1894, que Ranch procuraba neutralizar o silenciar. Además, según explica la hija del sinyoret, como le llamaban en el pueblo de La Vilavella de Nules, donde la familia tenía propiedades, Eduardo Ranch sostenía que todos los pasajes felices de los protagonistas de Baroja transcurrían frente al Mediterráneo, lo que dejaba entrever una imagen diferente a los juicios juveniles de Baroja. Epistolario ofrece una visión distinta de los tópicos sobre el carácter de Baroja y aporta argumentos, por ejemplo, contra la idea extendida sobre la incapacidad del escritor "para soportar la admiración provinciana", señala Cecilio Alonso.
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