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Reportaje:

El mar visto desde la cárcel

El único preso español en Egipto publica un libro de poemas y estudia dos carreras

Amaya Iríbar

Es la cara de los 1.400 presos españoles en el extranjero. El único que queda en Egipto y de los pocos que han logrado rehacer su vida entre rejas. José Juan González, vigués de 37 años y ex taxista sin estudios, fue toxicómano y ahora ha conseguido en la prisión de El Kanater (a 15 kilómetros de El Cairo) lo que no logró cuando vivía en libertad: empezar dos carreras universitarias y publicar un poemario.La cruz es que lleva 10 años en la cárcel por traficar con drogas. Por eso no ha podido agogerse al convenio de traslado de presos para acabar de cumplir su pena de 25 años en España.

José Juan González duerme en un trozo de suelo de 60 centímetros de anchura. Comparte celda con dos decenas de hombres entre los que no hay ningún compatriota, pero sí un colombiano con el que "mantiene vivo el español". Allí cocina y come, estudia sin mesa ni silla, lee y escribe.

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Vive rodeado de las piedras que dan forma a la prisión. Muchas piedras. Tantas que están recogidas en el título de su primer libro Piedras, mar... afán de palabras, publicado gracias al dinero de varios profesores del Instituto Cervantes en El Cairo y miembros del consulado y del que se han vendido 200 ejemplares. El libro de "un escritor que está preso y no al contrario", explica Javier Rodríguez, de 26 años, profesor de español en El Cairo y que le visita una vez al mes.

El preso español que más años lleva en una cárcel extranjera es un hombre que no prueba las drogas desde hace años, pero que en 1988 accedió a viajar con una maleta cargada de cocaína a cambio de un millón de pesetas; que perdió por el camino a su compañero de viaje, también toxicómano y con sida; que tiene una hija de 15 años a la que no ve desde que nació y una madre de 74 que le espera sola en Vigo (Pontevedra). Es un hombre que echa de menos el mar.

Todo está recogido en los 36 poemas incluidos en el libro. Una poesía impulsiva, que "sale a chorros", según Javier Rodríguez, y que intenta mostrar la cara amable de "un preso ejemplar".

La Embajada de España en el Cairo y el Ministerio de Asuntos Exteriores han pedido a las autoridades egipcias que accedan al regreso de este preso. Pero ni la intervención del Rey en febrero de 1997, cuando se encontraba de visita en El Cairo, ni la del presidente del Gobierno, José María Aznar, en junio, ha ablandado a las autoridades egipcias.

El convenio bilateral tiene las suficientes reservas para que no sea efectivo en este caso. Tampoco lo ha logrado el hecho de que José Juan González esté "recuperado", según todos los que siguen de cerca su caso. Su madre; el personal del Instituto Cervantes, el senador socialista Ignacio Díez, que mantiene con varios compañeros de grupo una batalla personal porque estos presos tengan los mismos derechos que los que cumplen sus condenas en España, y sus profesores de Derecho y Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Uno de ellos, Agustín Belloso, acabó ayer de examinar de dos asignaturas, Historia del Derecho y Derecho Romano, a este preso, deprimido y con problemas de salud desde el verano, ya que se ha quedado sordo de un oído. No es su única visita.

Tres españoles -la cónsul, un miembro de la Embajada y Javier Rodríguez- lo mantienen vivo, le recuerdan su tierra, lo visitan cada mes. Le llevan vitaminas, tabaco, libros o dinero. Los 100 dólares (unas 14.000 pesetas) que cada mes le hace llegar el consulado son suficientes para escapar del rancho habitual, compuesto de arroz y gachas, hasta que pueda volver a España.

En Galicia no sólo le espera su madre, jubilada, que le vio el año pasado por primera vez en ocho años -"ese calor horrible", recuerda-, sino también el mar que le haga olvidar las piedras.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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