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Entrevista:

"Móstoles tiene una historia de cientos de miles de años"

Jesús Orozco (Móstoles, 1939), teólogo, filósofo, politólogo y periodista, tiene una memoria de elefante: ha guardado en su cabeza 40 años de historia del municipio, que acaba de verter en 560 páginas. Su libro Móstoles: encrucijada de los caminos de España, editada por Endymion) es el retrato de una localidad que, antes que ciudad-dormitorio, fue real villa por gracia del rey Felipe II. La tradición oral -casi medio siglo escuchando atento a los viejos- apuntala el esqueleto de su obra. Eso sí, para acabar con el baile de fechas, el autor confiesa haberse pasado varios meses a caballo entre la Biblioteca Nacional, el Archivo de Simancas, el Histórico-Diocesano de Toledo y hemerotecas de todo cuño. A la hora de nutrir el libro, no ha desdeñado siquiera los apuntes que tomó del archivo parroquial en los tiempos en que fue monaguillo, a sus 12 años; aprovechaba las ausencias del cura para cotillear las partidas de bautismo y defunción. En agradecimiento a esa y otras fuentes vivas, Jesús Orozco considera que su firma sólo rubrica "un libro de todos los mostoleños". Pese a que su venta se restringe a una pequeña papelería local (junto a la calzada romana de Móstoles) gran parte de los 2.500 ejemplares de la primera edición ya tiene dueño.Pregunta. ¿Hay un RH mostoleño?

Respuesta. El mostoleño es persona seria, trabajadora y, sobre todo, hombre o mujer de palabra. Para nosotros sigue valiendo más el compromiso verbal que la escritura.

P. ¿El libro aporta algún descubrimiento?

R. Sí. Uno de ellos es que una mostoleña, Ana Isabel Tintero, fue la que descubrió a la madrileña Virgen de la Paloma, en el siglo XVIII. Esta mujer ya vivía en la capital cuando vio a unos niños jugar con una imagen. Se la compró y dedicó el resto de su vida a venerarla. Pronto la gente empezó a rezarle y a sentirse mejor, así que se levantó una capillita para esta virgen. Pero el pueblo de Madrid no supo cumplir la última voluntad de Ana Isabel porque no la enterraron a los pies de la Paloma.

P. ¿Y fuera de lo solemne?

R. Hay un capítulo divertido en el que refiero más de 400 apodos que se referían a la destreza de las personas, su oficio o el nombre de sus animales, como el tío Chirrina, cuya mula se llamaba así. Hay otros más pintorescos como los Sardinas, cuyo apodo surgió en el siglo XVIII, cuando un niño llevaba sardinas a su padre que trabajaba en el campo y, de camino, se las comió todas. Al padre le dijo que se le habían caído y que sólo pudo recuperar el caldo.

P. ¿Se sigue relacionando a Móstoles con la empanadilla?

R. En algunos casos sí, pero Móstoles es mucho más rico que aquella humorada de Martes y Trece. Este municipio tiene una historia de cientos de miles de años y es de lo más antiguo de la estepa castellana.

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