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Tribuna
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Una defensa bicéfala que quiere sembrar dudas

Toda la estrategia de Mario Conde, el verdadero hacedor de su propia defensa, se vio ayer: simplemente sembrar dudas.

Adolfo Suárez relató ayer que el CDS obtuvo en 1989 dos créditos, uno de 150 millones en mayo de 1989 y otro de 100 millones en octubre del mismo año, para la campaña de las europeas (junio) y de las generales (octubre). Y que, además, mantuvo una relación personal con Banesto. Por una parte, Conde le dio un crédito hipotecario de hasta 275 millones garantizado con su casa familiar de Ávila y la Fundación Banesto le alquiló unas oficinas en la madrileña calle de Antonio Maura, 4, sede del despacho de Suárez.

El abogado Juan Sánchez-Calero habló de un informe del Tribunal de Cuentas, de julio de 1994, sobre presuntas irregularidades en la financiación del CDS, sin advertir que se trataba de un informe sobre todos los partidos. Fue el presidente del tribunal, Siro García, quien le preguntó, tras escuchar a Suárez, si era sólo referido al CDS o a todos los demás partidos. Sánchez-Calero admitió que se trataba de todos los partidos.

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La coartada que intenta montar Conde es que, como el Tribunal de Cuentas dice que ha habido aportaciones al CDS que no están contabilizadas, los 300 millones de pesetas bien pueden haber entrado sin que Suárez lo supiera. Y la gestión política por la que le habría pagado a Suárez, ¿dónde queda?

El verdadero Conde

Conde dice hace una semana que Martín Rivas le dio el dinero al chófer de Suárez en el garaje de Castellana, pero no se atreve a preguntárselo a Suárez en sede judicial. Ayer, el ex presidente del Gobierno pintó un cuadro de Conde que se acerca a la realidad. La banca, dijo, le interesaba poco; amaba la política, el poder. Y cuando narró los entretelones de la operación de chantaje de 1995, surgió el verdadero Conde. Suárez no habló de chantaje ni dijo que Conde pretendiese nada... más que conseguir una entrevista con el presidente del Gobierno, Felipe González.¿Para qué quería Conde esa entrevista? Para presionar al Gobierno, no para entregarle los papeles. ¿Por qué tenía Conde esos papeles? Porque se los entregó el entonces coronel Juan Perote, que los había extraído del Cesid. ¿Para qué? Para rentabilizarlos en su provecho: quedar libre de la losa del caso Banesto y 14.000 millones de indemnización. Cuando las gestiones de Suárez le permitieron entronizar a Jesús Santaella en La Moncloa y no consiguió allí las condiciones que pedía, acudió a sus aliados e instrumentos mediáticos.

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