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Pinceladas a la carrera

"Tú no llevas sangre en las venas, llevas gasolina", le dicen a Diego Serrano sus amigos. Y es que lo suyo con los coches viene de lejos. Cuando era pequeño, para que comiera, su madre le dibujaba coches. Así que la afición estaba más que cantada, con cada cucharada sopera le metían en el cuerpo dos pasiones: los coches y la pintura. Quizá por eso la mitad de sus cuadernos del colegio tenían vehículos estampados en las hojas. Pero lo que no se planteaba entonces era hacer retratos de automóviles como quien pinta bodegones. Habrían de pasar los años hasta que sus dos aficiones encontraran un punto común. E incluso le hicieran ganar dinero y prestigio. Con el tiempo, este funcionario jienense de 42 años, fue iniciándose en la pintura. Al principio plasmaba lo que todo el mundo: retratos, paisajes, naturalezas muertas... Hasta que, allá por 1990 decidió intentar algo diferente. Eso sí, sin caer en la monotonía de los posters. En estos años se ha convertido en asiduo entrevistado, a veces, diseñador y redactor, en las revistas de motor. Pero su gran tirón llegó cuando, a comienzos de año, cuando le pidieron que realizase el cartel anunciador del salón Retro Móvil"98. También le han encargado el próximo. Además, es uno de los diez finalistas, entre más de 300 pintores especializados en plasmar automóviles, en el Grand Prix Sportique Limited, un certamen internacional que cada dos años se convoca en Inglaterra y que patrocina la Ford. Pero no sólo eso. No quiere dar datos por si el mal fario le trunca los proyectos o alguien le toma prestada la idea, pero su última propuesta es un libro en el que sus láminas cuentan la historia de una prestigiosa firma de automóviles. Mientras tanto, le cabe el orgullo de que Carlos Sainz tenga uno de sus cuadros. En ese trabajo, como en el resto, coincidían una serie de circunstancias especiales. "Fue el rallye Acrópolis, el primero que ganaba después de una temporada baja". Lo adquirió el manager del corredor. O que de vez en cuando, alguien que no conoce, aparece con la foto ajada de un coche y una propia con algunas décadas menos, y le encarga un lienzo donde aparezca, en sus años mozos, junto a su primer coche. Sin embargo, esta peculiridad, o que Diego Serrano sea "uno de los pocos en España que se dedica a esto", no parece llamar la atención de las salas de exposiciones convencionales. "Si alguien pinta grifos no lo mandan a una fontanería, pero a mí me dijeron que para exponer me fuera a un concesionario", cuando presentó su catálogo en una galería local. Pero ahí sigue, dedicándole parte de su ocio. "Intento obligarme a pintar a diario, pero no quiero caer en la rutina", dice. Mientras, detalla cada brillo, enfatiza los volúmenes, mezclando el hiperrealismo más marcado, que le lleva a pasarse semanas pintando una a una las líneas del radiador de un Hispano-Suiza, con el impresionismo que le permite recoger sobre el lienzo la velocidad del Ferrari de Schummacher. Le gustan los modelos clásicos, como el Dusenberg J de 1935 que perteneció a Clarke Gable o el Austin Healy M K de 1964 que conduce Fausto Saavedra, el presidente de la comisión de vehículos antiguos de la RACER. Aunque si hay brillos o velocidad, tampoco lo desdeña. Y además eso es lo que vende, advierte. Si lo sabrá él que sólo tiene en casa dos o tres cuadros, porque cuando regresa de los salones de exposición de automóviles, deja la carga en manos de los aficionados.

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