Cajeros automáticos de agua
Con el cántaro a la fuente, pero con una tarjeta informatizada en la mano. Eso es lo que hacen desde hace unos meses los habitantes de Quartell, un pueblo valenciano de 1.370 vecinos, a medio camino entre Valencia y Castellón.Las fuentes de agua "osmótica", forradas de los tradicionales azulejos con escenas valencianas, plantas y verja que se cierra por la noche, se han hecho populares en los pueblos de la zona del interior de Sagunto, donde la calidad del agua que sale por el grifo convierte a cualquier ciudadano en un claro candidato al alcoholismo.
En Quartell, pueblo sitiado por los naranjos, donde abundan las típicas casas de patio valenciano, es frecuente ver ahora a los vecinos con el cántaro, generalmente de plástico, llegarse hasta la fuente "osmótica", meter su tarjeta con microchip en una de las ranuras situadas al lado de los dos grifos existentes, uno de cinco y otro de tres litros, y coger su ración correspondiente de agua "gratis total". Doscientos litros al mes por tarjeta, una por cada vivienda al día en su contribución, que cada vecino administra a su gusto. Cuando han agotado esta cantidad, el grifo simplemente no suelta gota. El alcalde del PP Francisco Huguet decidió un día, lo mismo que antes habían hecho sus colegas de los pueblos colindantes -Faura, Benifairó, Quart y Benavites-, que sus administrados merecían un agua mejor. Y aunque no era peligrosa para la salud, como en algunos de los municipios de los alrededores, porque contiene nitratos, lo que la convierte en no potable, sí merecía eliminar "algunos sulfatos" que tiene, confiesa un empleado municipal.
Pero ¿qué es esto de agua "osmótica"? Nada de agua de manantial, como creen muchos valencianos. Se trata, simplemente, de agua depurada por un sistema de ósmosis, o filtrado a través de membranas que van reteniendo todas las sales y minerales que lleva disueltas, como explica el farmacéutico Vicente Calatayud, responsable de su calidad. El resultado es un agua de una gran pureza, casi destilada. Tanto que no es buena para el organismo y hay que volverla a mezclar un poquito con agua de la red y clorarla para que los parámetros estén dentro de lo legislado en sales y minerales.
Estos pequeños pueblos mediterráneos se suman así a las últimas corrientes que recomiendan los expertos en economía y ecología del agua: redes diferenciadas para el agua de boca y de otros usos. El agua de boca, alegan, ha de ser de excelente calidad, y, dada su escasez, su coste sube cada día. El alcalde de Benavites, Mario Gómez, dice que las nuevas fuentes "han contribuido a concienciar al pueblo sobre el valor del agua. Ahora la utilizan en las cantidades adecuadas".
Los vecinos de Quartell han dejado de comprar agua embotellada y están encantados con la novedad. En el supermercado de Carmen Blat, unas amas de casa lo comentan en corrillo: "Yo la utilizo para cocinar, para beber, para el biberón de los niños, hasta para planchar", dice una. "Esto es como cuando íbamos a la fuente, pero ahora más moderno, como ir al cajero", apostilla otra. Sólo hay un inconveniente: si pierden la tarjeta tienen que pagar 1.000 pesetas en el Ayuntamiento, que es lo que cuesta una nueva.
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