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La paz y los medios en Euskal Herria

Considera el autor que los medios de información tienen un papel muy importante que jugar tras la tregua etarraEl pasado día 18 de septiembre entró en vigor la tregua incondicional e indefinida anunciada dos días antes por la organización ETA. Es innegable que nos encontramos ante un momento crucial sin precedentes en la historia reciente de Euskal Herria y de España. El País Vasco inaugura así una nueva era, marcada por la ilusión y la esperanza por conseguir una paz justa en claves de soberanía. Nadie oculta las dificultades del empeño. La excepcionalidad del momento exige saber estar a la altura de las circunstancias no sólo a la clase política, sino también al conjunto de la sociedad civil vasca, española y francesa. Desde el Ministerio de Interior se insiste en una única palabra: prudencia. Mayor Oreja ha desgranado uno a uno, durante estos días, todos los sinónimos de esta palabra ante los medios de difusión: cordura, sensatez, cautela, moderación, reflexión, serenidad. Desde el País Vasco, sin embargo, se subraya la necesidad de afrontar el proceso con audacia y altura de miras. Incluso alguien le ha recordado ya a Mayor Oreja una cita del poeta y pintor británico William Blake, aquella que dice lo siguiente: "La prudencia es una solterona rica y fea, cortejada por la incapacidad". Y es precisamente eso, incompetencia, impericia, lo que hasta ahora están demostrando las direcciones de los partidos PP y PSOE en todo este asunto. Confiemos, sin embargo, que la torpeza de estos dirigentes políticos no se contagie también a las direcciones de los medios de difusión, porque de ellos también depende -no de forma exclusiva, pero sí en gran medida- que el proceso de paz en Euskal Herria avance a buen ritmo, o que, por el contrario, se estanque en los lodos de la iniquidad. A principios del mes de julio, la Fundación Sabino Arana de Bilbao organizó un interesante seminario multidisciplinar sobre la función de los medios en el conflicto vasco. En el mismo participaron una treintena de personas de todo el Estado, entre jueces, abogados, periodistas, asesores de comunicación, dirigentes políticos, representantes de movimientos sociales y profesores de diferentes universidades. Entre las conclusiones a las que se llegó en aquel encuentro se insistía en que una gran parte de los medios no favorecen la apertura de un proceso de diálogo. Algunos, incluso, íbamos más lejos al acusar a los medios de instalarse cómodamente en el conflicto, entorpeciendo abiertamente, en muchos casos, cualquier atisbo de posible final dialogado de la violencia. Parece como si la mayoría de los medios hubieran hecho suya la ya clásica estrategia contraterrorista que figura en los manuales de contrainsurgencia y que se asienta en tres pilares básicos, cuales son: los supuestos terroristas nunca pueden tener buena imagen; al denominado fenómeno terrorista no se le pueden aplicar los principios periodísticos al uso y, por último, hay que destruir la ideología que sustenta y apoya a los presuntos terroristas. En este sentido, particularmente interesante resultó la ponencia que en dicho foro defendió el periodista de la La Vanguardia Toni Batista. Según el riguroso estudio realizado por este profesional dentro de la Universidad Autónoma de Barcelona, la "guerra del norte" ha sido presentada en la última década por los medios en base a este singular perfil: "El conflicto vasco está propiciado por una banda de delincuentes comunes, tipo mafia, que, aun llevando cuarenta años en activo, están sumidos en profundas divisiones internas y éstas, añadidas a los grandes éxitos policíacos, terminarán con ellos en un periodo de tiempo razonable". Incluso pocas horas después del anuncio de la tregua, varias cadenas estatales de televisión seguían manteniendo viva la ficción de una posible victoria militar sobre ETA. En la investigación de Toni Batista (recogida en el libro Terror y negligència. Hipercor i la construcció periodística de ETA) se analizaron 960 noticias desde el atentado de Hipercor, en 1987, hasta 1997. En el estudio se establece que el tratamiento por parte de los medios del conflicto contravenía significativos apartados que figuran en todos los códigos deontológicos al uso. "Puesto que estamos contra ETA", era la síntesis del autor, "podemos hacer lo siguiente: no distinguir entre hechos, opiniones o interpretaciones, difundir informaciones que con el tiempo se demuestra que son falsas (hasta un 30% fueron inciertas según esta investigación), no rectificar los errores,; no observar ni por el forro la presunción de inocencia y tratar sin pudor las informaciones relacionadas con menores si pertenecen a Jarrai". No obstante, más que administrar culpas, creo que ahora es tiempo de mirar al futuro. Y en ese sentido, el ejemplo irlandés nos sigue dando alguna pista. En 1985, la prensa española se hizo eco de la polémica surgida en Gran Bretaña relativa a los intentos de Margaret Thatcher por evitar la emisión en la BBC de un reportaje sobre el conflicto en Irlanda del Norte. Incluso este mismo diario llegó a editorializar "en favor de la libertad de informar de la televisión pública británica" (8 de agosto de 1985). Reconocidos miembros del IRA y del INLA fueron entrevistados en televisión en siete ocasiones antes del periodo de Margaret Thatcher. Es cierto que la dama de hierro impuso posteriormente un férreo control sobre los medios, prohibiendo no ya cualquier entrevista a activistas armados, sino negando incluso la palabra a representantes del Sinn Fein elegidos por el pueblo. Sin embargo, la tregua del IRA decretada en 1994 tras los acuerdos de diciembre de 1993 relajó dicha postura, favoreció el clima de distensión entre las partes y encauzó mediáticamente el conflicto por derroteros que podríamos calificar cercanos a la normalidad. Tal y como apuntó en el citado foro de Bilbao el periodista Luis Alberto Aranberri, Amatiño, el tratamiento del conflicto en Irlanda se ha caracterizado más por el deseo de entender las causas del fenómeno, para poder dar así con su solución. Ése es precisamente el escenario mediático más apetecible para dar cuerpo a un proceso de paz en el País Vasco: una atmósfera cercana a la normalidad, a la libre expresión de las ideas, sin apriorismos ni ánimos criminalizadores. La opinión pública vasca y la española se merecen esa oportunidad.

Txema Ramírez de la Piscina es profesor de Periodismo especializado en la Universidad del País Vasco.

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