Anguita, dispuesto a seguir al frente del PCE hasta el próximo congreso

No es fácil la sucesión. Ni siquiera cuando se trata de un partido que incluye en sus normas la sucesión democrática. El Comité Ejecutivo del PCE recibió ayer una mayoría de opiniones a favor de Francisco Frutos como sucesor de Julio Anguita. Pero no sirvió para nada. La desazón existente en la máxima dirección hizo que Anguita decidiera llegar al próximo congreso, previsto para diciembre, como secretario general para evitar disputas.Ni tiro, ni veneno, ni navaja. La trilogía poética no resolvió nada en la sucesión del secretario general del PCE. Anguita había remitido un cuestionario a los treinta y tantos miembros del Comité Ejecutivo. Entre otros aspectos, les pedía que definieran sus preferencias para la sucesión. Los resultados fueron realmente abrumadores.

De aproximadamente una treintena de respuestas, unas 25 apostaron por Frutos, hoy número dos. Sólo cuatro optaron por Felipe Alcaraz, secretario general de los comunistas andaluces. El resto o se quedaban en la nebulosa de la duda o preferían no pronunciarse sobre el nombre del sucesor.

En teoría, todo quedaba ayer claro: Frutos era la persona de consenso que, al menos hasta el congreso de diciembre, había de dirigir los destinos de los comunistas españoles.

Pero nada es tan fácil. Anguita tuvo que oír ayer amargas críticas de dirigentes, como Antonio Romero, que le recriminaron el hecho de apostar públicamente por una determinada persona en detrimento de otras.

En consecuencia, para evitar amarguras internas, Anguita parece dispuesto a llegar al congreso como secretario general. A finales de este mes se reunirá el Comité Federal -antiguo Comité Central- del Partido Comunista. En ese cónclave podría decidirse que Frutos asumiera la secretaría general. De hecho, para muchos dirigentes lo de ayer fue una auténtica proclamación del sucesor. Otra cosa es que Anguita, para evitar acidez a las negociaciones sucesorias, haya decidido no hacer caso -al menos, en teoría- de los resultados de una encuesta que él mismo había propiciado sin necesidad alguna.