Pastillas sí, pero escuche al enfermo
"En Alemania no podríamos tener un encuentro entre médicos y filósofos como aquí; una reunión como ésta, sería imposible", dice el alemán Werner Grauberger, profesor de Medicina y Filosofía de la Universidad de Munich. "Pero en Andalucía somos distintos. Aquí cabemos todos los heterodoxos", le explica José Ramón Zaragoza Rubira, catedrático de Radiología en la Facultad de Medicina de Sevilla. Y es que el centenar de especialistas que se han dado cita en la capital andaluza, en las primeras Jornadas de Medicina y Filosofía, creen que lo ideal sería lograr, como hace más de veinte siglos propusieron algunos filósofos griegos, que la humanidad emplease para tratar sus dolencias, no sólo los avances científicos sino, también, el potencial energético que cada persona lleva en su cuerpo, además del espíritu. Durante diez años, Grauberger fue cirujano en Alemania. "Un día me di cuenta de que muchos de los males que padecían mis pacientes, no venían descritos en los libros". Entonces lo dejó todo y se puso a buscar alternativas para tratar a los enfermos. "Me había hartado de recetar pastillas para paliar efectos, cuando ignoraba, en la mayoría de los casos, la causa de las enfermedades", dice. Así llegó hasta la medicina energética, mediadora, según él, entre la natural y la académica, que se basa en el uso de la tecnología para localizar aquellos puntos cutáneos en los que se manifiestan más claramente los flujos de energía. Algo parecido a la acupuntura, "con la diferencia", explica, "de que nosotros tenemos localizados 1.050 puntos y los chinos sólo 360". Mientras la medicina científica considera al ser humano como una simple máquina "que se avería", los enfermos reclaman "un trato más humano". Quizá por esto cobran más importancia cada día otras ciencias médicas como la homeopatía, o la acupuntura. Ciencias que al tener un mayor componente filosófico permiten al enfermo "sentirse mejor". Un ejemplo claro de este avance es la provincia de Sevilla. Aquí, la sanidad pública andaluza oferta ya, a través de su red de atención primaria, tratamientos con acupuntura a más de medio millón de personas. Zaragoza Rubira, médico y filósofo, sevillano, cita a Aristóteles, a los estoicos, a Séneca... para corroborar este acercamiento que se está produciendo entre la filosofía y la medicina. "Si el fin de la vida humana es conseguir la felicidad, sólo con un cuerpo y un alma sanos podemos alcanzarla". Él les ha hablado a los congresistas de "las enfermedades del alma"; y para recalcar que muchos de los males tienen su raíz en el espíritu, afirma: "El 80% de las personas que van a la consulta de los médicos sufren enfermedades que, ni con análisis, ni con radiografías pueden identificarse". Una afirmación que, de alguna manera, comparte Mercedes Silva, farmacéutica, que preferiría "participar más de la enfermedad de quienes acuden a comprar medicinas", en lugar de ser una simple expendedora de pastillas. También el alumnado de filosofía y medicina ha acudido a las jornadas. Para los primeros, "la medicina es una buena razón para hacer que la filosofía tenga una utilidad"; para los futuros médicos, en cambio, "la ciencia se ha olvidado de las personas y hay que humanizarla". Tal vez por esto sea Chumy Chúmez el encargado de clausurar las jornadas. Su disertación:
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