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El brazo derecho

EUGENIO SUÁREZ PALOMARESPedro Román, teniente -que es menos que capitán y más que sargento- alcalde del Ayuntamiento marbegil, ha dimitido. Era el brazo fuerte de Jesús Gil en su Ayuntamiento y del GIL o Grupo Independiente Liberal, en el que Jesús nos cuenta que manda la democracia. Un arte, porque esta cualidad sólo se conocía de la Santísima Trinidad, tres en uno y por acto de fe. Pues nada, que hay que creer lo que se ve, perdón, lo que no se ve. Razones: al decir del dimitido, personales; de Jesús, que el teniente está cansado de tanta denuncia, y de la oposición -que son todos-, que se le viene una encima de no te menees. Empezando por el final. Ni es para tanto, lo del menees, ni está denunciado, sino imputado en varias diligencias, acusado en otras y pendiente de la fiscalía anticorrupción, ni son tan personales. La realidad es que otro político se va mientras se pone en duda su honestidad municipal y el origen de su patrimonio. Uno más, esta vez del GIL; otros de IU, con trigo o sin trigo y, así, sucesivamente. Que será, será... que tantos políticos son condenados, imputados, acusados por hechos relacionados con lo público aunque, en este caso, todo es presunto. Un dato para la estadística, no afecta a las mujeres, salvo salanueva o vieja y pocas más, lo que hace verdad lo de la pequeña diferencia. A estas alturas, como la letra de un tango ahora que está de moda, no se sabe si se va para no volver o si, como el fiscal le pide cuatro años de inhabilitación, no quiere que se dé esta posibilidad. A este brazo derecho también se le llama brazo fuerte y, lo que es más agradable, la sonrisa del régimen. Claro que más de uno se sonreiría si le dan un préstamo de cien millones y años más tarde parece que goza -no sé si esta palabra se mantiene, o no, por su sentido machista- de un patrimonio de 15.000 millones, por muy incómodo que sea que el fiscal le solicite cuatro años de inhabilitación -aunque contra la virtud de pedir está el defecto de no dar- para cargo público, del que se puede ir. Vaya con dios su vida. El Ayuntamiento y su grupo han perdido un compañero, la justicia y su brazo han ganado un cliente, aunque no se sabe si se quedará con él y, como dice Gil, se va con más billetes que cuando empezó, eso sí, añade, honestamente.

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