Temores
JAIME ESQUEMBRE Impedir que el ciudadano manifieste libremente su opinión sobre cualquier asunto tiene un nombre: dictadura. El alcalde de Alicante, en esa línea, ha denegado permiso a los integrantes de la Plataforma cívica Salvem el Benacantil para instalar mesas en la vía pública al objeto de recoger firmas contra la anunciada, y a lo que se ve decidida, ubicación del Palacio de Congresos en la ladera del monte. La negativa sólo tiene una lectura: el temor a que un sector de contribuyentes salga respondón y estampe su rúbrica en un documento que reclama la celebración de una consulta popular al respecto. Mala cosa es que un gobernante evidencie sus temores haciendo uso de la mordaza, y peor aún, por peligroso, movilizando a sus acólitos para la contracampaña. La estrategia de divide y vencerás, el fomento de la confrontación ciudadana, no hace más que testimoniar la falta de argumentos sólidos para contrarrestar la presión de quienes califican esa polémica obra de atentado ecológico, paisajístico y cultural. Para evitarlo y forzar un referendum necesitan el apoyo de al menos el 10% del censo electoral, casi un imposible que no les hace flaquear pese a contar con todos los elementos en contra, incluido el tiempo, que las elecciones son en junio y para entonces ya debe estar colocada la primera piedra del edificio. Arguye el alcalde que el referéndum ya se celebró cuando Alicante votó PP en los comicios locales. Confunde derechos y obligaciones. Ganar unas elecciones no significa recibir un cheque en blanco para hacer lo que a uno le venga en gana. Actuar así puede llevar a que el cheque no tenga fondos, o a que se convierta en una carta de despido en el próximo encuentro con las urnas. Si ya es cuestionable la obligación de solicitar permiso a la autoridad para pedir la firma del vecino, resulta inconcebible que esa autorización se deniegue sin más razón que el ejercicio del poder. Por si fuera poco, la negativa se hizo llegar a los promotores de la Plataforma a través de un agente de policía. Inequívoco mensaje subliminal: si usted opina, el señor de la porra lo hará callar. Como en los viejos tiempos, según me cuentan.
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