Rivas reitera que Conde le ordenó pagar 300 millones para Suárez y apoya sus nuevas coartadas
El ex director general de Banesto, Martín Rivas, declaró ayer que Mario Conde le ordenó preparar 300 millones de pesetas para hacerlos llegar al ex presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, por un presunto servicio prestado a Banesto "ante el Banco de España" en 1989. Rivas afirma haber hecho dos entregas en bolsas de 150 millones cada una, en febrero y abril de 1989, a Apolonio Paramio Andrés, hombre de confianza de Conde. El ex banquero, que cambió en marzo su versión y reconoció los pagos, obtuvo ayer de Rivas el apoyo a sus coartadas. Hoy declara Paramio Andrés, Pol, el hombre de la bolsas.
Rivas, que fue director general y más tarde consejero de Banesto y ayer declaró en calidad de testigo, tuvo un tono agresivo con el actual presidente de Banesto, Alfredo Sáenz, y muy próximo al ex presidente Mario Conde. Su declaración no ha supuesto una variación o rectificación sobre lo que dijo al juez de instrucción, Manuel García-Castellón, el 21 de noviembre de 1994, ni respecto a los dos careos, a cara de perro, que mantuvo con el ex banquero, los días 19 y 22 de diciembre de 1994, poco antes de que el juez dictara el ingreso de Conde en prisión, el 24 de diciembre de 1994, entre otras, por la llamada Operación Retirada de Caja de 300 millones.En aquellos días, Conde negó todos los hechos denunciados por Rivas a la nueva administración de Banesto, en enero de 1994, dos semanas después de la intervención. Pero el pasado mes de marzo, después de ingresar en prisión por la sentencia firme de otra operación, la de Argentia Trust, el ex banquero modificó su táctica jurídica. Explicó que había encargado la operación de 300 millones a Rivas porque éste, al parecer, había hecho cosas similares para otros presidentes de Banesto. Según Conde, a través de la mediación de su entonces asesor, Antonio Navalón, se obtuvo el apoyo de Suárez para que persuadiera al gobernador del Banco de España a fin de superar los problemas de las cuentas de resultados de Banesto como resultado de la ruptura de la fusión (desfusión) con el Central, en los primeros meses de 1989. Por este servicio, según Conde, se pagaron 300 millones al Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez.
Por tanto, Rivas y Conde, tras la declaración de éste último, habían dirimido sus diferencias expresadas en el proceso de instrucción. Ayer, Rivas, sin rectificar nada, "incorporó" a su versión, las nuevas coartadas de Conde.
Según Rivas, el ex banquero no le explicó al ordenarle preparar los 300 millones el contenido del servicio, cosa que Conde sí ha afirmado en su nueva versión. Sin embargo, Rivas dijo ayer que, mucho más tarde, Conde le dijo:
-Martín, los 300 millones para Suárez eran por los problemas de la "desfusión".
Pero esto Rivas no lo dijo en su declaración ni en los careos. El ex director general, que entregó una de las bolsas con 150 millones de pesetas en el garaje de Banesto, en el paseo de la Castellana, admitió que era la primera vez en su experiencia bancaria que hacía este tipo de actividades. "Pero me lo ordenó mi presidente. Yo confiaba en él", se justificó. "Periódicamente le dije que había que regularizar la situación. Conde me prometió que lo haría, pero nunca se hizo", dijo Rivas.
También dijo que el retiro del dinero de la caja del banco se hizo en "operaciones transitorias" por lo que esperó una factura, un recibo o algún soporte para presentar en el departamento de contabilidad. "Nunca me lo dieron", dijo. Rivas respondió, a preguntas del fiscal, que no sabía si el dinero había llegado a Suárez o al CDS. "A mi nunca me dijeron que era para el CDS. El presidente me habló de Suárez. Yo no sé si el dinero llegó a su destino. Yo se lo entregué personalmente a Apolonio Paramio Andrés, quien me fue presentado por Conde en su despacho de presidente del banco", señaló. "Las dos entregas se hicieron después de que yo recibiera llamadas de la secretaria del presidente". Fue durante el interrogatorio de Juan Sánchez-Calero, letrado de Conde, cuando se pudo ver que Rivas estaba en línea con la nueva versión de Conde, vertida el 10 y 16 de marzo pasado, en el juicio oral.
El letrado preguntó a Rivas si el día de finales de enero de 1989 que Conde le llamó para hablar de los 300 millones entró directamente al despacho del presidente o si tuvo que esperar.
-Me hizo esperar un momento, dijo Rivas.
-¿Recuerda con quien estaba reunido?
-No me lo dijeron.
-¿Abandonó el despacho alguna persona?
-Veo a un señor que conozco y a otros dos que no conocía.
-¿Los ha podido identificar? ¿No le dice el señor Conde quienes eran?
-No señor.
Aquí, en este punto, parecía que Sánchez-Calero seguía adelante el interrogatorio. Pero el presidente del tribunal, Siro García, picado por la curiosidad cuidadosamente inducida por el letrado, que no había preguntado a Rivas por el nombre de la persona conocida, interrumpió:
-¿Dijo usted que eran tres las personas que vio pasar desde el antedespacho?
-Sí señor, en el pasillo.
-¿Conocía a uno y a los otros no? ¿Quién era?
-Don Matías Cortés. Rivas nunca lo había dicho.
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