La "Festa del Cel" congrega a 320.000 personas en las playas de Barcelona

El cielo del Port Olímpic fue escenario ayer de la séptima edición de la Festa del Cel. Las 320.000 personas que llenaron las playas de Barcelona para observar el festival aéreo, según la Guardia Urbana, convierten este espectáculo en el más multitudinario de las Festes de la Mercè, que ayer acabaron con otra exhibición que también debía observarse en el cielo, en este caso ya oscurecido, en el parque de Montjuïc: el tradicional espectáculo piromusical. La exhibición de luz y sonido fue precedida de un concurridísimo Correfoc en el centro de la ciudad.

Un hombre y una mujer de 61 y 68 años resultaron heridos leves al desprenderse un muro de tres metros de altura mientas presenciaban el espectáculo piromusical de Montüic. Posteriormente, el niño David Vivas, de 14 años, sufrió quemaduras leves producidas por chispas cuando participaba en el Correfoc. El herido fue atendido en el Hospital Vall d"Hebrón, donde a medianoche fue dado de alta. La Festa del Cel empezó pasadas las diez de la mañana con la actuación de paramotores, a la que siguieron aviones ultraligeros, cometas y un carrusel de aeronaves antiguas. Estas primeras exhibiciones aéreas encandilaron al público, especialmente a los más pequeños, pero para la muchedumbre que se había agolpado en las playas de la Barceloneta, Nova Icària, Bogatell y Mar Bella no era más que el preludio de la esperada actuación de los acróbatas de acero: las famosas Patrulla Águila española y Fecce Tricolori italiana y el conocido piloto acrobático francés Xavier de Lapparent. La Frecce Tricolori, la estrella de la Fuerza Aérea Italiana, formada por 65 hombres, es uno de los más grandes y más famosos equipos acrobáticos del mundo. Los espectadores congregados en las playas de Barcelona tuvieron el privilegio de ver el escuadrón italiano durante media hora. Las piruetas del equipo dejaron al público boquiabierto y arrancaron exclamaciones de horror cuando las naves entrecruzaban sus ondeantes trayectorias. "Seguro que lo tienen todo calculado al milímetro, pero desde aquí abajo parece que vayan a chocar", afirmaba una joven. Previamente, a través de los altavoces, los organizadores alertaban de la peligrosidad de las acrobacias y recordaban la prohibición de soltar globos al aire. Los espectadores, muchos de los cuales se colocaban una mano en la frente en forma de visera para protegerse del intenso sol que lucía ayer, no se permitieron ni un momento de distracción. El espectáculo del equipo italiano lo valía, al igual que el que ofreció seguidamente la actuación de la Patrulla Águila, del Ejército del Aire español. Los siete aviones Cassa C-101 de este escuadrón arrancaron en varias ocasiones los aplausos de los espectadores, inaudibles para los pilotos. La actuación de la Patrulla Águila, que duró unos 45 minutos, empezó con sincronizados tirabuzones y piruetas, seguidos de juegos de espejos y cruces de naves. Uno detrás de otro, los aviones surcaban el cielo a toda velocidad, y a los pocos segundos se separaban formando una estrella. Como colofón del festival aéreo, tras las exhibiciones acrobáticas, decenas de paracaídas tiñeron de múltiples colores el cielo del Port Olímpic. Los paracaidistas se dejaron caer sobre la arena, cerca del espigón olímpico. PÁGINAS 6 Y 8