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Reportaje:VIDA COTIDIANA

Palizas por 20 duros

Las máquinas que permiten golpear la imagen de cualquier cara y las pistolas triunfan en los recreativos

Francisco Peregil

Cien pesetas por tres buenos puñetazos. A quien quiera. Sólo precisa que la máquina fotografíe el rostro que pretende machacar. La pantalla medirá la potencia de su gancho y el rostro fotografiado mostrará los estragos de cada golpe: un ojo morado, la mandíbula deshecha, la nariz rota...Ése es uno de los inventos que han arrinconado a los futbolines y a los billares en los salones recreativos. Hay algunas empresas de ocio, como MGA, que no permiten este tipo de máquinas en sus salones, y otros, como el centro Piccadilly, de la Gran Vía de Madrid, que no tiene inconveniente en explotarlas. El encargado de este local, José Juan Amaro, explica que hace cinco años esta máquina era diferente: "Se trataba de golpear el saco de boxeo, y ese golpe se transmitía a los muñecos de la pantalla, que caían derrotados. Pero los fabricantes se dieron cuenta de que los chavales preferían fulminar su propio rostro. Y triunfaron estas máquinas, que cuestan un millón de pesetas. Porque el invento ofrece también la opción de medir tu golpe pegándole a la cara de un muñeco, pero ellos prefieren machacarse a sí mismos. Excepto los fines de semanas. Esos días vienen con sus novias y es curioso ver cómo las colocan a ellas frente a la pantalla para que la máquina las fotografíe. Y aunque ellas se resisten, terminan cediendo. Y es curioso también que ellas, salvo excepciones, no hacen lo mismo con ellos".

Otra máquina que hace furor es la del repartidor de pizza. Feri y Farhad son dos hermanos de 11 y 13 años que jugaban hace unos días en el centro de La Vaguada. La madre de ambos, de origen iraní, los miraba sonriente. Los dos decían que entre todos los juegos prefieren el del repartidor. ¿Por qué? "Porque es una gozada ver cómo destroza a toda la gente que se le pone por medio", decía Feri. En menos de cuatro minutos, y por 20 duros, pudieron atropellar a varios peatones, perdonarles la vida a otros cuantos y hacerse con un buen puñado de puntos.

Pero la reina del salón es la Time Crisis II. Pistolas y metralletas, buenos y malos: lo de siempre, pero con efectos más reales. El arma que empuña el jugador simula el retroceso de cada tiro. Eso sí, los fabricantes japoneses han eliminado la sangre y los cadáveres. Las víctimas se evaporan mucho más rápidamente que las 200 pesetas que vale cada partida. El invento cuesta 3.400.000 pesetas y puede generar ganancias de hasta 300.000 por semana.

Dos muchachos de 17 años que prefirieron mantenerse en el anonimato explicaron por qué ésa es su máquina predilecta. "Porque en la vida es posible conducir un coche de rally o esquiar o montarse en un ala delta, pero difícilmente disparar contra nadie ni cubrirte de los tiros".

Tanto el encargado de Piccadilly como los responsables del de La Vaguada coincidieron en una declaración: "Mientras el niño juegue en nuestros locales, los padres pueden estar seguros, más seguros que si los dejan en la calle".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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