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La historia más dulce

Menudo producto, el chocolate. Manjar de dioses para las civilizaciones precolombinas; inspirador de parábolas infantiles sobre el pecado como la novela Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl; tentación para niños y adultos; estrella de la repostería; reconfortante compañero de amaneceres que culminan noches de juerga... Aunque son muchas las personas que consumen derivados del cacao, no son tantas las que conocen ni su procedencia ni sus métodos de elaboración. Para solventar dudas, nada mejor que una visita al Museo del Chocolate de La Vila Joiosa, en La Marina Baixa, inaugurado a principios de mes en las instalaciones de la fábrica de la empresa Valor. El museo, ubicado en una casita de 1875 que se encontraba en la parcela que Chocolates Valor adquirió para el traslado de la fábrica en 1962, explica desde una base histórica y científica cómo llegó y llega a nuestros hogares el chocolate. Aunque sus responsables se esfuercen en reiterar que en las vitrinas existen objetos ajenos a Valor, queda claro tras la visita que el museo tiene también un componente promocional. Pero una cosa sí es cierta: al ser la empresa una de las más veteranas dedicadas a la fabricación y venta del chocolate en España, su historia es también la de los avatares del producto en la metrópoli que lo importó de sus colonias. El museo está dividido en tres partes. La primera ocupa la planta baja y se dedica a exhibir las materias primas que intervienen en la elaboración de los diversos productos del chocolate -desde vainas de cacao hasta arroz tostado inflado- y a rendir homenaje a los fundadores de la empresa. Son de especial interés los paneles explicativos bilingües sobre el cacao. Fotografías de plantaciones y tres sacos llenos de frutos de las tres variedades utilizadas por Valor -de Ghana, de Brasil y de Ecuador- dejan constancia de cuál es el origen del chocolate, cuyo fruto es amargo y, como el café, tiene diferentes cualidades según sea el lugar donde ha crecido. "El secreto en la elaboración de un buen chocolate está en la mezcla de diferentes cosechas", revela el director gerente de Valor, Pedro López. La sección central es la más interesante y emplea la mayor parte de la segunda planta en mostrar la etapa de fabricación artesanal de chocolate a través de diversos utensilios, desde un metate de granito del Pirineo con un rodillo de piedra caliza que de tanto aplastar cacao ha quedado permanentemente teñido de marrón hasta los rústicos moldes para dividir las tabletas en onzas. La visita concluye con un muestrario de máquinas más modernas -moledoras, sacudidoras- que pueden ponerse en funcionamiento. Una gran parte de las piezas que se exhiben proceden de los empleados veteranos de la fábrica. María del Mar Llinares, encargada del museo, recuerda especialmente a dos trabajadoras que tenían guardados en su casa envoltorios, regalos y promociones de la empresa y los han donado desinteresadamente. Llinares ha catalogado hasta 14.000 piezas, que esperan su turno para ser expuestas progresivamente. Por el momento, el museo -cuya visita es gratuita y por las mañanas acoge a grupos- mantendrá su carácter didáctico, del cual los responsables de Valor aseguran sentirse "muy orgullosos".

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