El viento, un frontón

Tocaba ayer ir despacio. La etapa maratoniana, unos 230 kilómetros, lo imponía. En teoría se trataba de otra llegada al sprint. Las fuerzas están justas a estas alturas de la Vuelta. El inicio fue tranquilo. Nos íbamos controlando entre todos. Pero hubo tiempo para disfrutar del paisaje castellano leonés. También para la charla. El viento era un frontón. Además, los primeros 80 kilómetros se pedaleó por una ruta bastante tortuosa. Fueron los momentos de la jornada destinados a hacer bromas entre nosotros.Era tal el sosiego en el pelotón que, a iniciativa de los compañeros italianos, decidimos parar a hacer un tentepie en uno de los chiringuitos de la organización de la carrera que se distribuyen por la carretera. Fue un avituallamiento como Dios manda ante el cabreo de los directores de la Vuelta.

La reanudación fue vibrante. Se aumentó la velocidad. Al paso por Zamora el Banesto, como siempre, controlaba la situación. Hasta Salamanca la carrera fue intensa. Pero la gente era consciente en tener que guardar fuerzas para mañana cuando comienza el último obstáculo serio de la ronda. Fue curioso ver a Escartín provocar un abanico. Fernando es un corredor inteligente y no pierde la ocasión para intentar arañar segundos, aunque no sea en su terreno, la montaña. En cuanto al Festina, mi equipo, no ha sido su día. Wusrt se nos quedó atràs.