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X BIENAL DE ARTE FLAMENCO

La deliciosa locura de Israel Galván

Margot Molina

Israel Galván se metió tan dentro de la personalidad de Félix el Loco que nadie sabe quién estuvo en el escenario del teatro Lope de Vega la noche del martes. ¿Israel está de verdad poseído por un demonio que le impide dejar de bailar o es que se ha convertido en un estupendo actor, además de bailaor y coreógrafo? Los asistentes al estreno de ¡Mira! Los zapatos blancos/Los zapatos rojos no sabían qué contestar a ésta pregunta. Lo que sí supo el público es premiar con largos aplausos la presentación, por primera vez dentro de la Bienal de Arte Flamenco, de un espectáculo firmado por el joven sevillano que ya tiene varios premios nacionales de baile -entre ellos el del Concurso de Jóvenes Intérpretes de la Bienal de 1996- y, en tan sólo cuatro años ha conseguido, una sólida trayectoria. El percusionista y todoterreno Manuel Soler le dio la réplica a Galván en la segunda parte del espectáculo caracterizado con un traje rojo. Soler, que encarnó a un diablo guasón y con mucho arte, dejó sus habituales cajas para bailar con Israel y, además, asegurarse de que el joven no paraba de taconear ni un segundo. "Me han puesto el guindilla. Hasta los palillos querían tintarlos de rojo pero la pintura se me metía en las uñas y yo he dicho que toco con los míos de siempre", dice Manuel Soler muerto de risa. La presentación de Israel Galván en la Bienal fue osada y, a juzgar por la reacción del público, acertada. El espectáculo, que se representó también ayer, tiene dos partes. En la primera, el bailaor interpreta una serie de palos -alegrías, jaleos extremeños, soleá o seguiriyas-, como si se tratara de un ensayo. En el escenario le acompañaron al cante Juana La Tobala y Juan José Amador, a la guitarra Pedro Sierra y José Manuel Hierro, a la percusión Manuel Soler y Ramón Porrina y, al violín, Bernardo Parrilla. Pero fue la segunda parte del programa, la dramatización del cuento Los zapatos rojos, de Andersen, la que conquistó al público. "Es fantástico. Me ha encantado la idea de contar una historia y de la forma en que lo han hecho. Me gustaría que se hicieran más cosas como esta en el baile flamenco", comentó una chica holandesa que pasará dos semanas en Sevilla para asistir a clases de baile y ver todo lo que pueda de la Bienal. Lenguaje atrevido La propuesta, dirigida por Pepa Gamboa y con el asesoramiento musical y estético del artista plástico Pedro G. Romero, rompe con todos los esquemas de una producción flamenca al uso. La escenografía, con un lenguaje austero pero atrevido, arropó la historia de Félix Fernández, un bailaor de Triana que se fue a Rusia a principios de siglo para ilustrar a Massine en el flamenco. A Félix el Loco, de quien Picasso pintó un retrato, le daban ataques y no podía parar de bailar. El trianero vivió en el mundo de las vanguardias de principios del XX y murió en un psiquiátrico inglés en 1941. "Los ataque de Félix El Loco debían ser ná comparados con los que le han dado al Israel esta noche", comentaba un aficionado que conoce al bailaor. Mientras que en una pantalla, que forma parte de la escenografía, el río Guadalquivir se pone boca abajo, el diablo no le da un respiro al bailaor al ritmo de cualquier tipo de música, jazz, rock o flamenco. Lo que más admiró a todos fueron esos zapatos rojos que calzaba Israel, unas botas con vida propia que tiraban de las piernas del bailaor.

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Una mirada al baile en estado puro

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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