El Retiro de los títeres
Titirilandia se clausuró ayer con una maratón de diez horas a favor de Ayuda en Acción
Incluso los más despistados encontraban ayer sin dificultad el teatro de títeres del Retiro; podían orientarse por señales visuales (siguiendo la pista de los globos escapados) o auditivas (por el griterío de la chiquillería). Pero, por si fuera poco, un amplísimo conjunto de signos (correctamente interpretados, como las huellas que sigue un rastreador) les llevaban hasta el pequeño anfiteatro. Potitos en las papeleras, cochecitos de bebé, bicicletas infantiles, algún que otro andador "aparcado" y, sobre todo, muchas familias dirigiéndose a paso acelerado hacia un mismo punto resultaban señas definitivas.Más o menos, siguiendo esas pistas, fue como María Celeste, una niña dominicana de nueve años, llegó al mediodía hasta el escenario donde se estaba celebrando el V Maratón de Títeres que, a favor de la organización no gubernamental Ayuda en Acción, clausuraba el veraniego Festival Titirilandia. Casi recién llegada a España, fue la primera vez que pisó el Retiro y su madre (residente desde hace tres años) desconocía el teatrito. Ambas se entusiasmaron al saber que había funciones hasta las diez de la noche y que, además, hay programación de títeres todos los domingos del año. La alegría de la pequeña tenía motivos evidentes, que superaban la incomodidad de "tener las canillas recogidas"; la de la madre, el valor añadido de que "no hay que pagar nada".
Efectivamente, María Celeste tuvo que encoger sus piernas para sentarse en un minúsculo hueco que quedaba libre en el suelo. Desde casi dos horas antes, las gradas, el bordillo de la acera que las rodea y el trozo de suelo delante del escenario (incluso, en lugares desde los que la visibilidad resulta imposible) estaban ocupados. Los habituales saben que es inevitable una larga espera si se quiere coger sitio y, generalmente, son los papás los encargados de guardar el lugar que, cuando falten pocos minutos para el comienzo de la función, ocuparán sus retoños. En la espera, los adultos se apresuran a hojear el mismo periódico que luego utilizan para hacer gorros a los niños y, también, remedos de cojines que amortiguan el calor de las gradas al sol. Los hay que, a fuerza de sufrir los rigores del verano, han sofisticado al máximo las medidas contra la solanera y, así, con una destreza que sólo da la experiencia, una madre desmonta la capota del coche del bebé para que sus otros dos hijos la utilicen como quitasol. Muchos, en el último minuto, entregan a sus hijos botellines de agua.
El Retiro es un escenario buscado por las compañías, incluso las de fuera de Madrid, porque saben que nunca falta un público fiel que hace que los festivales veraniegos de Titirilandia sean de los certámenes más concurridos de los Veranos de la Villa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.