Pescadores
Como era de esperar, la apertura de un proceso negociador en el País Vasco, con un receso de la violencia etarra incluido, ha traído a los partidos políticos un estado de alerta, propio de este tipo de situaciones históricas. La pacificación de Euskadi, y por defecto del resto de España, altera de forma sustancial la situación de equilibrio sangriento vigente. Los que han basado su discurso en el victimismo ven cómo se les evapora su estrategia (en Andalucía por desgracia hay más de uno); los que han vivido al amparo de la solución represiva comienzan a apreciar que en poco tiempo el aparato del Estado va a dejar de estar a su favor (alguno de estos ya se ha puesto nervioso y ha quemado una sede de HB); los nacionalistas vascos que se veían abocados a un pacto con el PP en Euskadi han hecho un regate magistral y muy probablemente consigan en las próximas elecciones la baza de poder formar un gobierno nacionalista de coalición con HB; y cómo no, algunos "pescadores de río revuelto" de otros territorios que ya han tendido sus redes para ver lo que sacan de la posible generosidad del resto del pueblo español con el pueblo vasco. Estos últimos (para aclararnos, los nacionalistas catalanes), son los que muy probablemente acaben siendo los principales distorsionadores del proceso que se abre, puesto que pretenden subirse al caballo de la solución al problema de la violencia, para alterar sustancialmente el Estado de las Autonomías de la Constitución vigente. Un modelo que se basa en la existencia de dos singularidades (al foral que afecta a Euskadi y Navarra, y las particularidades de los territorios africanos, Canarias, por una parte, y Ceuta y Melilla, por otra) y en una tendencia a largo plazo a que el resto de comunidades tengan un tratamiento idéntico (el "café para todos" que tanto disgusta a algunos y que se aceleró como consecuencia de nuestro 28-F). Desgraciadamente, la presencia de estos "pescadores" puede hacer necesaria una actitud singular de Andalucía en el proceso, ya que de ningún modo podemos aceptar una vuelta a la discriminación que por fortuna se corrigió en 1980. Como bien se comprenderá, los andaluces no vamos a consentir que se resuciten los "reinos de Aragón, Navarra y Castilla", para que volvamos a ser un califato conquistado.
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