_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Incitaciones y respuestas

JULIO SEOANE En el momento de escribir estas líneas, se están produciendo atropelladamente las noticias y novedades relacionadas con la posible resolución de la violencia en el País Vasco. Siendo acertadas, como lo son, todas las llamadas a la prudencia en la interpretación de estos hechos, es inevitable y hasta aconsejable tener los reflejos suficientes para anticipar los próximos desafíos. El final de este siglo tiene por costumbre, con frecuencia, producir acontecimientos y cambios a gran velocidad; basta con recordar el vértigo de la caída del muro de Berlín, para adoptar de inmediato una actitud vigilante ante los sucesos actuales. Si se confirma lo que se está insinuando, se producirá una gran explosión de alegría, pero casi sin transición, al menos por esta vez, la sociedad española entrará de lleno en un periodo de incitaciones y respuestas, empleando así los términos de un ilustre historiador. Habiendo alcanzado ya un considerable equilibrio, nuestra sociedad se verá obligada a plantearse nuevos desafíos, incitaciones distintas que exigen respuestas innovadoras para no quedar detenidos en el tiempo. Diálogo, negociación, consenso, pacto, tolerancia serán los valores en alza de la época que se intuye, y no sólo en el País Vasco sino en toda la política española. Por decirlo de algún modo, será el momento de aplicar concienzudamente una política terapéutica, es decir, una política que pretenda restañar heridas, mejorar la futura calidad de vida de una sociedad y diseñar un futuro posible y deseable para todos. Los acontecimientos parecen indicar también que carecen de fundamento las actitudes arcaizantes, la imitación de lo antiguo para solucionar los problemas de ahora. Ni el espíritu de la transición, ni los años pasados, ni los rencores o los resentimientos, pueden servir de refugio ante las situaciones actuales. Sin duda alguna son el marco de referencia del presente, pero no deben empujar a la nostalgia política. Y no deben hacerlo porque, mientras tanto, el futuro está entrando a borbotones, a raudales en nuestra sociedad, sin ajustarse mucho a los esquemas del pasado inmediato. El ocaso de la violencia nacionalista, si realmente se cumple, no sólo significa que desaparece el aspecto más triste y sombrío de la democracia española, sino que abre un periodo completamente nuevo para todos, aunque también tiene sus peligros y sus complicaciones. Y en ese periodo tendremos que decidir una y otra vez nuestra forma de convivir, el modo de agruparnos y de confiar entre nosotros, el modelo de Estado que deseamos. Es posible que, durante un tiempo, habrá un poco menos de sosiego, menos tranquilidad, pero es un precio justo por decidir adecuadamente nuestro futuro. Todos estamos de acuerdo en que, una vez más, es el momento de la política. Afortunadamente. Pero no debemos olvidar que inevitablemente es el momento de la política de todos. También de Valencia, que tendrá que ir configurando su postura ante un cambio generalizado que nos va a afectar a todos. Ahora sí, ahora sí que vamos a necesitar pactos entre nosotros, y también mucha negociación y mucha tolerancia. Vamos a necesitar respuestas originales ante las nuevas incitaciones.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_