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Un estudio revela por primera vez cómo se ven los excluidos sociales

Los beneficiarios de la ayuda social aceptan su situación como parte del destino, luchan por mejorarla o se enfrentan a la sociedad y le responsabilizan de su marginación. Éstas son las tres estrategias que adoptan las personas que recurren al Ingreso Mínimo de Inserción (IMI) o salario social según un estudio de Sartu, la federación de asociaciones vascas que trabaja por la integración social de las personas menos favorecidas. Este informe permitirá a las instituciones reorientar sus políticas de inserción.

El trabajo de Sartu ha sido subvencionado por la viceconsejería de Asuntos Sociales del Gobierno vasco. Se trata del primer estudio que se aproxima a la percepción subjetiva que tienen estas personas de sí mismas. Hasta ahora, los trabajos realizados se han centrado en conocer el número de beneficiarios del IMI y del tiempo que llevan acogiéndose a esta ayuda. En Euskadi, algo más de 16.000 familias perciben el IMI. El Gobierno vasco dedicó el año pasado 9.000 millones de pesetas a este programa, incluido en la Ley contra la Exclusión Social. La socióloga Esther Raya -que trabaja en los servicios sociales de base del Ayuntamiento de Éibar- ha dirigido el trabajo. Según Raya, "las personas actúan de manera distinta ante un mismo estímulo", lo que obliga a "entender más al propio sujeto" para adaptar las políticas de inserción a sus verdaderas necesidades. El equipo de Sartu empezó a trabajar en el proyecto en septiembre del año pasado y en breve entregará sus conclusiones a la Viceconsejería de Asuntos Sociales, que a su vez las distribuirá entre los servicios sociales de base de los ayuntamientos. Los trabajadores de estos servicios son quienes tratan directamente con los beneficiarios de la ayuda social. A través de 12 entrevistas, Raya y su equipo de colaboradores han llegado a determinar los tres tipos de respuestas de las personas que reciben las ayudas institucionales. Por una parte, se da una estrategia de adaptación, es decir, que la persona acepta su situación porque no ve otras salidas. "Hacen una lectura de las posibilidades que tienen", explicó Raya, " y de por qué han llegado a su situación. En estos casos, el IMI cumple una función de integración. Si no existiera esta ayuda, algunas personas estarían abocadas a la mendicidad". Por otro lado, algunos beneficiarios del IMI emplean la estrategia de "huida hacia adelante": ven la situación en la que se hallan y se dan cuenta de que para poder salir de ella tienen que hacer un esfuerzo personal por mejorar su situación económica y social. Así, emprenden proyectos de búsqueda de empleo y de formación pero se topan ante un mercado de trabajo restrictivo y que no facilita la entrada a personas con escasa cualificación. Por último, el estudio analiza la estrategia del enfrentamiento social, en la que las personas se enfrentan consigo mismas y también responsabilizan a la sociedad de sus problemas. Viven de una manera mucho más directa ser las excluidas.

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