El Gobierno y los partidos coinciden en que tras las elecciones se comprobará si la tregua se consolida
El Gobierno y todos los partidos, nacionalistas y no nacionalistas, se sitúan a la expectativa del panorama que se abra en el País Vasco tras las elecciones autonómicas del 25 de octubre. Será tras los comicios cuando se conozca si la tregua de ETA se mantiene realmente de manera indefinida; si el PNV apuesta a la hora de formar Gobierno por un frente nacionalista o mantiene la pluralidad iniciada en 1987, y también el grado de cintura política que puedan mostrar en sus relaciones el Gobierno y el PSOE. Mientras tanto, el Gobierno y los partidos toman posiciones. José María Aznar y su ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, han anunciado una ronda de conversaciones con los partidos democráticos.
El Gobierno mantiene su escepticismo sobre la sinceridad del alto el fuego declarado por ETA, pero ha cambiado el registro en las últimas horas. Aznar y Mayor son conscientes de que el carácter inédito de esta tregua de ETA, sin un plazo fijo, les aconseja no desecharla de antemano. Por ello, la cautela se ha impuesto sobre la denuncia de una tregua-trampa que formularon antes de su anuncio.El Ejecutivo quiere ganar tiempo para que ETA demuestre si va en serio o no. Cree que no será posible saberlo hasta después de las elecciones del 25 de octubre. En ese momento se descubrirá si se trata de una estrategia electoral o el primer paso para un proceso de paz en Euskadi.
Mientras tanto, el Gobierno no se va a cruzar de brazos. Animado por el PSOE, con cuyos dirigentes Joaquín Almunia, José Borrell y Juan Alberto Belloch se reunió ayer el ministro del Interior, el Ejecutivo abrirá una ronda de contactos con los partidos democráticos lideradas por Aznar y el propio Mayor Oreja.
El objetivo es acordar una posición conjunta de los partidos democráticos, especialmente PP y PSOE, ante la posible apertura de un proceso dialogado, que Aznar ya ha anunciado que será sobre la base del Pacto de Ajuria Enea. Esto es, no puede negociarse políticamente con ETA, aunque podría buscarse una salida a la situación de los presos políticos. Los socialistas son decididos partidarios de disponer de una propuesta lo más consensuada posible que ofrecer a ETA si finalmente consolida su alto el fuego.
Una tregua distinta
Pero el bloque nacionalista tampoco se quedará quieto. El PNV pone énfasis en el "importante salto" que supone esta tregua de ETA en relación con las anteriores, la de 1989, que originó las conversaciones entre el Gobierno socialista y la banda terrorista en Argel, y la de junio de 1996, limitada a una semana tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. En ambas treguas, ETA planteó condiciones al Gobierno y las limitó en el tiempo. Esta vez, laorganización terrorista, además de no fijar plazo temporal, no se ha dirigido al Gobierno y ha hecho destinatarios de su mensaje a los partidos vascos.Pero el reto principal se traslada al PNV, el partido que ha llevado el peso de las conversaciones con la nueva Mesa Nacional de HB desde el pasado mes de febrero. El PNV será previsiblemente quien tenga la responsabilidad de formar el Gobierno vasco, tras las elecciones de octubre. ¿Lo hará sobre la base de un gobierno de frente nacionalista que consolide la tregua de ETA? ¿Compondrá un Gobierno con partidos no nacionalistas, como el PP o el PSOE, con un programa plural que ponga en riesgo la tregua de ETA, ya que la banda armada apuesta, según señala en su comunicado de anuncio de la tregua, por una consolidación del proyecto nacionalista?
En esta doble incógnita están las claves tras las elecciones vascas. En estos momentos, el Gobierno y PSOE desconfían en que ETA tenga la suficiente apertura como para mantener su tregua limitándose a aceptar una salida para sus presos sin entrar en negociaciones políticas, que es lo máximo que pueden ofrecer los Pactos de Ajuria Enea y de Madrid, como lo interpretan los partidos nacionales.
El PNV cree que pueden abrirse nuevas vías de integración, válidas para HB, sobre bases como el Documento de Lizarra, que apunta a una negociación política entre partidos, incluida una reforma constitucional, que los partidos nacionales rechazan. No obstante, el PNV jugará fuerte esta carta y tratará de atraer a ella a los partidos nacionales.
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