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Núria Gispert sustituye a Pilar Malla al frente de Cáritas Diocesana

El arzobispo Ricard Maria Carles nombró ayer a Núria Gispert Feliu nueva directora de Cáritas Diocesana de Barcelona en sustitución de Pilar Malla Escofet. Gispert ha sido toda su vida una militante de izquierdas. Durante la dictadura, en la clandestinidad, formó parte del comité central del PSUC; en la transición fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona, y en la actualidad era miembro del consejo nacional y de la comisión ejecutiva del PSC, cargos a los que ha renunciado a raíz de su nombramiento.

Gispert, de 62 años, casada, con dos hijos y maestra de profesión, responde al perfil clásico de una militante de izquierdas formada en la oposición al franquismo desde las filas de la Iglesia más progresista de aquellos tiempos duros. Su vocación política, asegura la nueva directora de Cáritas, le viene "de la fe, que ha sido el motor" de su vida. Sirva el dato de que fue, entre otras cosas, fundadora de la asociación de vecinos del barrio de Sant Andreu, en un momento en el que las asociaciones vecinales desempeñaban un papel muy diferente al actual. Su carrera política arranca en en la lucha contra la dictadura y pasa por formar parte del Comité Central del PSUC, el partido más emblemático de la clandestinidad. Entre 1979 y 1995 fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona, los últimos ocho años a cargo de Promoción y Relaciones Cívicas. En la actualidad pertenecía al Consejo Nacional y a la Comisión Ejecutiva del PSC, y trabajaba junto a Raimon Obiols. Esta actividad política la ha compaginado Gispert con una presencia activa dentro de la vida pastoral de la Iglesia catalana, colaborando en el campo de la catequesis o en los equipos de preparación para el matrimonio. Es miembro del Consejo Pastoral Diocesano de Barcelona y participó en el Concilio Provincial Tarraconense de 1995. El nombramiento, asegura Gispert, la cogió completamente por sorpresa, pero se declara "tremendamente ilusionada" por el trabajo que va a realizar, ya que considera que Cáritas es "una de las cosas más importantes que hace la Iglesia". Su antecesora, Pilar Malla, había presentado la dimisión hace ya dos años alegando razones de edad, pero no le fue aceptada hasta ahora. Hace una semana, en la reunión que mantuvo el cardenal Carles con el Consejo de Cáritas, surgió el nombre de Gispert. El cambio en su vida le llega, admite Gispert, cuando ya estaba pensando en jubilarse. "De pronto, me sale una opción claramente diferente de la política", exclama, para matizar a continuación que "la política no se deja nunca, porque todo es política". Pero ha dejado todos sus cargos en el PSC, lo que, asegura, "ha sido entendido muy bien" por todos sus compañeros, "en especial por Raimon Obiols". El brazo asistencial de la Iglesia en Barcelona es una empresa de una envergadura considerable, con un presupuesto que el año pasado fue de 1.400 millones de pesetas, procedentes en su mayor parte de aportaciones privadas, tanto de pequeñas cantidades como de donaciones millonarias. Moviliza un ejército de voluntarios y extiende su acción a los campos más variados; desde los jóvenes marginados hasta los ancianos sin medios ni compañía. A Gispert no le parece contradictorio que una persona de izquierdas, como ella, haya sido elegida por la jerarquía para un puesto tan importante. "Es cierto que a este papado se le pueden discutir algunas posiciones conservadoras en el campo de la moral, pero en lo social se han producido avances muy importantes y denunciado situaciones y doctrinas como el neoliberalismo sin que se haya tomado nota desde los gobiernos". Cáritas, en este aspecto, es beligerante. Recientemente abandonó la Mesa de la Inmigración argumentando que no se aceptaban sus propuestas. El arzobispado ha expresado públicamente su agradecimiento a Malla por sus seis años al frente del brazo social más representativo de la Iglesia catalana, anunciando que seguirá vinculada a este organismo al pasar a formar parte del Consejo de Cáritas.

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