El botón rojo del avión
Después de la resaca del largo y penoso traslado a de Mallorca, desde Valencia, la jornada ha sido revuelta. Los ciclistas estábamos nerviosos. No me extraña. Apenas pudimos descansar. Los viajes en avión son un engorro. Más cuando se tuercen desde la salida. Y el viernes, en el aeropueto de Manises se despegó con un excesivo retraso. ¿El motivo? El botón rojo en la cabina del piloto. El ordenador de a bordo no funcionaba bien y hasta que no se arregló no salimos. Total, casi un par de horas. Se despegó tarde y se llegó hacia las diez de la noche a Palma. Luego al autocar y hacia el hotel. La verdad, se pasó miedo durante el vuelo. ¡Ese maldito botón rojo!Se respiraba un aire enrarecido en la salida en Palma. El recuerdo del traslado no se había borrado de nuestras cabezas. Y encima, la carrera comenzó con ganas, a toda castaña. Y con viento. Pronto se formaron tres grupos por los abanicos. Yo pude entrar en el segundo de ellos. Pese a este contratiempo, me he divertido bastante. ha sido bonito y emocionante ver cómo se iban formando un abanico detrás de otro. Hiperdivertido.
Una vez más reitero el magnífico planteamiento del Banesto. Ha hecho una grandísima etapa. El tramo final era complicado por los repechos y por el aire. Repito, la etapa ha sido nerviosa, complicada y dura. Tanto para los favoritos como para los curreles como yo. Una etapa bonita para verla. No para los corredores. Tenía razón Edo cuando en plena ruta llegó a exclamar: "Señores, ¡creo que hay que comer más zanahorias!".
Hoy toca contrarreloj. El turno para los favoritos: Olano, Zülle y Jalabert. Y el resto, salvo sorpresas, a pasar el trámite con diginidad. Como siempre.
Espero que el botón rojo del avión a Barcelona funcione "comme il faut".
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