La Yerbabuena, una bailaora con pies

La noche del pasado jueves, cuando el público que llenó el teatro Lope de Vega comenzó a abandonar la sala, podía oírse en boca de muchos una palabra: "redondo". Así calificaban los asistentes el espectáculo de la bailaora Eva Garrido La Yerbabuena, que se estrenó dentro de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla. Su atrevimiento al bailar unas granaínas, un palo libre y sin compás que no se baila habitualmente, se vio premiado con calurosos aplausos. La artista, con una bata de cola blanca, meció el "tacto" y la "luz" de su tierra -en palabras de la propia Eva-, por todo el escenario. Algo con lo que pretende trasmitir las sensaciones que le produce su tierra, Granada. Y, a juzgar por los resultados, lo consiguió. Cuando dio los primeros pasos de sus granaínas en el patio de butacas se oyó a un señor murmurar: "Si parece una ninfa saliendo de una fuente". Eva La Yerbabuena, 28 años, ha dado con este montaje un paso muy importante en su carrera. La bailaora firma también la coreografía y la dirección de un trabajo que ha titulado Eva y en el que está acompañada por los bailaores Eduardo Lozano, Andrés Peña y Carlos Álvarez. "Había participado antes en otras dos bienales, pero esta es la primera vez que lo hago con un espectáculo propio. Estoy muy contenta de que me hayan dado esta oportunidad", comenta la artista que actuó acompañada por los cantaores Marina Heredia, María Carmona, Enrique Soto y Segundo Falcón. A Eva le molesta que se encasillen a los bailaores por el género o por su aspecto físico. "El baile de mujer no tiene menos que el del hombre", dice y lo demostró con la soleá que ha creado para su bautizo en la Bienal. "La gente se creen que las mujeres no tienen pies y no estoy de acuerdo con eso. En el baile se debe usar todo el cuerpo. Las caderas, los hombros, un gesto", dice la artista que recibió el mejor aplauso de la noche por los zapateados de su soleá. El espectáculo comenzó con una coreografía en la que el flamenco se deja seducir por movimientos más cercanos a la danza contemporánea. En la pieza, compuesta como el resto de la música del espectáculo por el guitarrista Paco Jarana, la bailaora evoca imágenes estilizadas de la década de los veinte. La repetición de esta coreografía, titulada como el espectáculo Eva, fue el regalo que la bailaora granadina le hizo al público después de muchos aplausos. El acercamiento a lo contemporáneo se dejo sentir también en la obra Tiempo al tiempo en la que La Yerbabuena bailó a ritmo de la percusión de Antonio Coronel y Efraín Toro. El montaje terminó con los tangos Chirrín-Malacatín, la única pieza que ofrecieron juntos los cuatro bailaores. "Anda, pero si ha pasado una hora y media", decía una señora a su compañera de butaca cuando cayó el telón y al público se le hizo tan corto el espectáculo que creyó que se trataba de un entreacto.