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Entrevista:

"El modelo económico de crecimiento en España es muy frágil"

Lluis Fina (Barcelona, 1942), profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, aseguró ayer que el Gobierno español carece de una estrategia definida tanto en las políticas activas de empleo como respecto al modelo de crecimiento de la economía española. En su intervención en el curso sobre Políticas de empleo en la Unión Europea que ha organizado la Federación de Cajas de Ahorro Vasco-Navarras en San Sebastián, se mostró muy crítico con la política económica del Ejecutivo central. Pregunta. ¿A qué conclusiones ha llegado tras analizar los planes de empleo en España, Holanda y Bélgica? Respuesta. Los de Holanda y Bélgica incluyen análisis de cuáles son los problemas básicos de sus respectivos mercados y, a la luz de las directrices aprobadas por la Unión Europea en Luxemburgo, establecen sus prioridades. El plan español está, por el contrario, bastante desligado de la realidad de los problemas laborales del país y no comprende un análisis de fondo. No define una estrategia y aún no se sabe qué es lo que piensa el Gobierno de estas políticas. P. Tal vez porque el Ejecutivo de José María Aznar se mostró muy reticente a respaldar el plan de choque contra el paro que aprobó el Consejo Europeo extraordinario que se celebró en Luxemburgo en noviembre del año pasado. R. España se mostró reacia por el coste económico, que representaba un incremento de 35.000 millones de pesetas para el Inem, aunque no está muy claro, las cuentas están oscuras y son contradictorias. Sin embargo, la cuestión esencial es saber si necesitamos aumentar nuestro esfuerzo en estas políticas de empleo. P. Con todo, el Gobierno español mantiene que, a medio plazo, España alcanzará la tasa media de paro que se registra en la Unión Europea. R. Esto es matemáticamente imposible si no se hacen esfuerzos adicionales muy importantes que hoy no se están llevando a cabo. Es indudable que la situación ha mejorado en los últimos tiempos, pero es la experiencia típica de la economía española: crea más empleo que otros países en el ciclo expansivo, pero también pierde más en las fases de contracción económica. Al final, a medio plazo nos quedamos con las mismas diferencias. P. Si el crecimiento económico no garantiza una reducción drástica de la tasa de paro en España, ¿cuál es la receta? R. El Gobierno debe definir una estrategia en la que se diseñe un modelo de crecimiento, porque el actual es extraordinariamente frágil. Lo que ahora se ha hecho es cerrar las empresas del sector público, reducir la inversión en infraestructuras, que es un elemento clave para la competitividad, aminorar los gastos en investigación y desarrollo, que ya de por sí eran bajos y nos alejan cada vez de los países de Europa del norte. Son estos factores los que no estamos abordando. El Gobierno está sentado en una cierta autosatisfacción de que la coyuntura va bien. P. El Gobierno central ha justificado su austeridad presupuestaria porque había que cumplir los criterios de convergencia que impone el Tratado de Maastricht. R. Sí, pero Maastricht no establece el volumen de gasto público, sino cuál ha de ser el déficit público. Se puede cumplir aumentando los impuestos. No digo que haya que hacerlo, pero hay que optar y lo que me parece discutible son las opciones que se han hecho. En un país con unos déficits de desarrollo y un nivel insuficiente de industrialización el Gobierno no puede retrasar determinadas inversiones básicas, porque son acumulación de capital de cara al futuro. P. ¿Si llega un ciclo recesivo España se va a reencontrar con los problemas clásicos de su economía? R. Es muy posible. Hay signos claramente negativos: por ejemplo, los precios de algunos servicios básicos siguen creciendo a un ritmo superior al de Europa y encarecen los costes de las empresas, con la consiguiente pérdida de competitividad. Todos los esfuerzos deberían orientarse hacía la industria, que es todavía el motor de todas las economías, pero el Gobierno consideras que éste es un problema de la economía, no el suyo. La prueba está en que el ministro de Industria [Josep Piqué] se ve que no tiene trabajo y le han puesto de portavoz.

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