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Los problemas de banquillo y la tensión negociadora

Un acuerdo alcanzado entre populares y socialistas, en medio de la negociación que condujo al dictamen del Consell Valencià de Cultura, preveía que de los 21 integrantes que compondrán la Acadèmia Valenciana de la Llengua, diez serían seleccionados de una propuesta formulada por el PSPV a partir de profesores de las universidades valencianas especializados en filología; cinco estarían consensuados por los dos partidos mayoritarios y tendrían que ser, también, especialistas solventes en materia lingüística y los restantes seis darían margen a los populares para incorporar a personalidades de la cultura y, eventualmente, cubrir sus compromisos e intentar atraer a sus socios de gobierno regionalistas. Desde mediados del pasado mes de agosto, el secretario general del PSPV, Joan Romero, instó a los populares a sentarse para cerrar la candidatura de los miembros de la Acadèmia. El Partido Popular hizo oídos sordos hasta ayer. La situación de las negociaciones entre los dos partidos mayoritarios, en las horas previas al debate de las Cortes Valencianas sobre la creación de la Acadèmia, se asemeja al tramo final de los trabajos del dictamen del Consell Valencià de Cultura. En aquel entonces, cuando ya se daba por imposible el acuerdo, éste llegó a las dos de la madrugada tras intervenir personalmente para desbloquerlo el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana y el secretario general de los socialistas valencianos, Joan Romero. El Partido Popular ha apurado habitualmente hasta el final en la negociación de temas considerados de interés general como la ley de cajas de ahorro o la renovación del Consell Valencià de Cultura. Una táctica negociadora complicada que se ha alambicado todavía más por las dificultades de los populares para mover su banquillo y proponer personas de reconocido prestigio social que pudiesen ser aceptadas por mayorías cualificadas de las Cortes Valencianas. Prisas de última hora Así ocurrió a finales del año pasado con la renovación del Consell Valencià de Cultura, cuando el presidente de la Generalitat y su consejero de Educación se vieron forzados a buscar en el último momento candidatos para renovar este organismo. Desde el mismo hemiciclo parlamentario, Zaplana y Camps hicieron gestiones telefónicas ante los posibles candidatos. Como resultado de las prisas, se incorporó a personas que no estaban convencidas, como el obispo de Segorbe-Castellón, Juan Antonio Reig, que dimitió a las pocas semanas de tomar posesión somo miembro del CVC. Reig fue sustituido posteriormente por el ex diputado autonómico del PP Joaquín Calomarde. Situaciones parecidas se han producido en el nombramiento del Síndic Major de Comptes -el propio síndic José Antonio Noguera de Roig reconoció que había aceptado tras la insistencia del presidente de la Generalitat- o en el del Síndic de Greuges, que las Cortes elegirán hoy después de que los socialistas se negasen a aceptar al primer candidato propuesto por el PP. Las dificultades de los populares para proponer candidatos a la Acadèmia Valenciana de la Llengua también han encontrado un escollo suplementario en la negativa de sus socios de gobierno (Unión Valenciana) a mover un milímetro sus posiciones de defensa del secesionismo del valenciano.

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